La exposición de los antecedentes que incriminan al abogado Luis Hermosilla no ahorra en detalles que confirman lo que todo el mundo sabe. Son todos narcos. Lo que permanece en secreto, en cambio, está a buen recaudo, para alivio de esos mismos… narcos.
Señora Isabel Amor, ordinariamente, no le habríamos escrito ni nos habríamos interesado en su “caso”. El conflicto en el cual usted es la protagonista es sólo una disputa por un cargo. ¿Qué tenemos que ver nosotros con esas cosas? Se trata de pelea a la que nosotros no estamos invitados. Sabemos que los contendientes, eventualmente, se abuenarán, y nosotros, si tomamos un bando, quedaremos marcados.
Presionado por las protestas de los vecinos y, quizás, con un ojo en las encuestas, el gobierno se lanzó en contra de Enel por los prolongados cortes de luz. El alto volumen de los reclamos retóricos no logra tapar la muy real impotencia de las autoridades y su sumisión a los dictados de los capitales transnacionales. Cachetadas de payaso, pues. O, en este caso, los payasos hacen como que le pegan al dueño del circo y éste hace como que le duele. (Advertencia: contiene algunas groserías, pero en italiano)
Porque la estufa eléctrica es ya un lujo impagable (si es que hay luz) y la parafina… bueno, la parafina vuelve a subir.
La celebración anticipada y pública de su victoria judicial -una condena de sólo seis años por abuso sexual, que podría diluirse con maniobras jurídicas- le salió como el famoso tiro por la proverbial culata al patrón de Placilla, Eduardo Macaya, y a su hijo, el jefe de la UDI. Ahora todos se vuelven en contra del reo, hasta que el asunto pase al olvido y todo pueda volver a la normalidad.
Fueron perseguidos por la “Fuerza de Tarea de la Macrozona Sur”. Enfrentaron un juicio amañado. Realizaron una dura huelga de hambre. Ahora, un tribunal desechó por, segunda vez, las acusaciones del gobierno y del Ministerio Público y los absolvió. Los cuatro militantes de la Coordinadora Arauco Malleco recobraron su libertad. Todo, gracias a la lucha.
Cuando el jefe de la UDI apareció en público a defender a su padre, condenado de abusos sexuales en contra de dos niñas de su propia familia, reinó el desconcierto. ¿Por qué haría algo que cualquier persona -decente, se entiende- entendería como perjudicial para su reputación? Ahora se sabe la respuesta: se estaba dando un gusto perverso. Le refregó en la cara al país un simple hecho: a “ellos” no los toca nadie.
Libre de polvo y paja salió el paco que en 2020 lanzó a un joven desde el puente Pío Nono al lecho del río Mapocho. El veredicto de los jueces es un exquisito monumento al “garantismo” judicial, es decir, aquella actitud de la justicia de la que ningún otro acusado -que no sea paco o represor- ha gozado ni podrá gozar nunca.
Quedan, en rigor cronológico, dos años para termine este gobierno; es la mitad del mandato. Pero la política no funciona así. Cuando se tiene una administración tan débil, todo se acelera. Los buitres ya rondan en el gallinero oficialista, que no podría estar más revuelto. Las plumas vuelan.
Así son los patrones. En este caso, el terrateniente y cerdo inmoral Eduardo Macaya abusó sexualmente de niñas de su propia familia. Fue declarado culpable en dos de varios casos que se conocieron en el juicio. Los jueces determinaron que, por ahora, no tiene que ir a la cárcel. Puede quedarse en su fundo.
Luego de dos días atrapado en una mina subterránea, un minero fue rescatado, sano y salvo, desde las profundidades de la tierra en el yacimiento Pampa Camarones en Arica. ¿Por qué se provocó el derrumbe? La explicación… te la debo.
La Federación Nacional Trabajadores de Walmart, la cadena de supermercados gringa, inició este miércoles su huelga legal. La empresa respondió con un lock-out: cerró 75 locales.
En la medida en que pasan los días, queda en evidencia la magnitud del montaje que sirvió de pretexto para el ataque represivo en contra de Villa Francia. El gobierno se ufana de su “golpe”. No se molesta en esconder que el origen de la provocación está en La Moneda.
En el aniversario del deceso de Luisa Toledo, la policía asaltó las sedes de organizaciones sociales de Villa Francia. El gobierno celebró la agresión, realizada con el mismo pretexto empleada durante la dictadura: “armas y extremistas”.