Se está desgranando el choclo

El escándalo de Democracia Viva sigue su curso esperado e ineluctable. La fiscalía ordenó el arresto del ex dirigente de RD Sebastián Andrade y del ex seremi Carlos Contreras. Sus socios políticos, en tanto, quieren salvarse cómo puedan. En ese afán, arrastran al gobierno a nuevos niveles de humillación y debilidad.

Hay algo que Luis Hermosilla, el infame abogado y operador mafioso de capitales no menos mafiosos, y gran amigo de la cúpula de Revolución Democrática, pudo haberles enseñado a los dirigentes de ese partido. Quizás manejó esa información de manera más reservada, para salvar a unos y perjudicar a otros. Quizás tenía demasiados asuntos en su agenda y nunca se dio el momento.

El consejo que debió haberles dado a los jefes de RD era éste: cuando se destapa un caso de corrupción, no hay cómo sancionarlo judicialmente. Ese se debe al simple hecho de que las leyes en Chile protegen a los corruptos y a que los organismos encargados de perseguir esos delitos, la fiscalía y los tribunales, también son corruptos.

A no ser que -y esto es importante- por alguna razón, política, por ejemplo, o para cargarles a unos las culpas de otros, esos mismos órganos se vuelvan súbita y excepcionalmente incisivos, creativos y proactivos.

Un ejemplo, que debió haber servido de advertencia: cuando la fiscalía allanó, con escándalo, hace dos semanas, al ministerio de Vivienda para conseguir unos antecedentes que bien podrían haber pedido por mail y que servían de respaldo para una denuncia que el propio ministerio había presentado. En realidad, no debió haber servido de advertencia; lo era. Fue un apriete, para ver quién saltaba y quién mantenía la sangre fría.

Es como en las películas.

El único problema, la sangre fría o el aguante es un bien extraordinariamente escaso en el personal del actual gobierno. Por eso, el pánico ha de cundir -y no poco- luego de la noticia de la detención de Daniel Andrade y Carlos Contreras, dos ex funcionarios de gobierno ligados a la ex presidenta de RD Catalina Pérez, que fueron los que cerraron el trato trucho de Democracia Viva en los campamentos de Antofagasta.

El asunto es que el negocio será sucio y corrupto, pero ilegal, lo que se llama ilegal, en sí mismo no es, por las razones que ya dijimos. A no ser, por supuesto, que alguien suelte la pepa e incrimine a otros. Y, desde el punto de vista de la fiscalía, los amigos Andrade y Contreras parecen candidatos perfectos para esa tarea.

Daniel Andrade, uno de los detenidos en el caso Fundaciones

Este jueves, se realizará la formalización de ese parcito y sabremos qué pruebas juntó la fiscalía en todo este tiempo. Apostamos que no será nada del otro mundo, pero suficiente para dejar a Andrade y Contreras tan espirituados que empiecen a echarle la culpa de todo a gente más elegante y encumbrada que ellos.

¿A quiénes? Ya veremos.

El que está metido hasta las masas es el actual ministro de Vivienda, el PS Carlos Montes. Nadie quisiera perjudicarlo. Es un favorito de las empresas constructoras. En la derecha, lo adoran, porque posee ese espíritu conciliador que tanto les conviene. La ex Concertación lo celebra como uno de sus próceres y al actual oficialismo liberal-progresista le encanta, porque encarna la misma mezcla de arrogancia e ineptitud que caracteriza a este gobierno.

Probablemente, tendrá que irse. Está implicado tanto en el negociado de las fundaciones como en los múltiples otros tratos oscuros que se mueven con el inmenso presupuesto del Minvu y que difícilmente saldrán a la luz, porque son manejados por profesionales del saqueo, a diferencia de los neófitos de Democracia Viva. Pero, aun así, Montes es sólo un daño colateral, no deseado, en toda esta historia. Lo que está claro, es que la historia continuará y será un constante factor de presión sobre el gobierno. Si en las próximas semanas y meses, éste parece más servil y arrastrado de lo habitual, usted ya sabe por qué será.