Miles de manifestantes se reunieron en las distintas ciudades de Brasil, para manifestarse contra el presidente Jair Bolsonaro, pedían acelerar el proceso de vacunación y el juicio político al mandatario.
Esta jornada en Colombia no es distinta de las demás, a un mes de movilizaciones el pueblo colombiano sigue sin soltar la calle y la represión no suelta el garrote. Nuevamente se registraron duros incidentes en Bogotá. Y en Cali, al menos tres personas fueron asesinadas luego de que un funcionario del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía Nacional de Colombia, disparara contra la multitud en una barricada. El funcionario fue detenido por la gente y linchado. Así las cosas, la situación recrudece ante la mirada atónita e inoperante de sus gobernantes.
Ante una crisis que no se detiene, un pueblo que avanza, el régimen no ha entendido nada. Hoy el senado colombiano desestimó una moción de censura contra el ministro de defensa, Diego Molano, responsable político de la crisis de derechos humanos por la que atraviesa el país.
Arturo Murillo, ex ministro del Interior de Bolivia, durante el gobierno de Jeanine Añez, fue arrestado en Miami acusado de lavado de dinero y de soborno. Había huido a Estados Unidos para librarse de la cárcel en su país.
Con este nombre designó el Comité Nacional del Paro la abrumadora movilización que se dio hoy nuevamente en las principales ciudades de Colombia a dos días de cumplirse un mes de paro nacional. Anoche ardió el Palacio de Justicia de Tuluá, localidad ubicada en el centro del Valle de Cauca. Además, miembros de una misión de DD.HH. fueron impedidos de ingresar al país, y acusan agresiones de parte de funcionarios de inmigración.
En estos días, la Agencia Central de Inteligencia, CIA, ha mostrado una moneda conmemorativa -o de desafío- de la invasión de tropas mercenarias a Cuba en 1961. En una de sus caras se lee “no habrá más fin que la victoria”. Hubo fin, pero no victoria, debido a la resistencia del pueblo cubano.
Un avión de pasajeros aterrizó en Bielorrusia por una presunta amenaza de bomba. Las autoridades aprovecharon de detener a un opositor al gobierno que viajaba con destino a Lituania. Rápidamente gobiernos y organismos de derechos humanos se solidarizaron y exigieron su liberación.
Las cifras de desapariciones aumentan. El terror del Estado ejercido contra la población no cesa. Adquiere nuevas formas y dimensiones. Pero el pueblo ha comprendido que no hay regreso atrás. Hoy Iván Duque ha dicho que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aún no tiene permiso para entrar. ¿Esperan acaso esconder los muertos bajo la alfombra? Para eso también, ya es demasiado tarde.
A sólo dos semanas de las elecciones presidenciales, una masacre remece al Perú. 14 personas, entre ellas dos niños, fueron asesinados en la localidad selvática de San Miguel del Ene, en el departamento de Junín. El ejército culpó del ataque a una de las facciones provenientes de Sendero Luminoso. Nadie cree en esa versión.
El nuevo presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, reemplaza a Lenín Moreno, un mandatario que es reconocido, no por su altura moral, sino por traiciones políticas, represión y un manejo paupérrimo del gobierno. Los auspicios no son los mejores para el nuevo mandatario, que debe hacer frente a una soterrada crisis social y política y, a una patente crisis económica y sanitaria.