Ningún muerto será olvidado

En Colombia, en medio de las protestas contra el régimen apareció muerto quemado un joven de 16 años, llamado Daniel Stiven Sánchez. Según la policía, en un negocio quemado por “delincuentes” apareció el cuerpo, y ellos no saben nada. Según testigos, la policía se lo llevó inconsciente en una tanqueta. Esto nos recuerda a los muertos en Chile, en las mismas circunstancias y que la justicia ha dejado de investigar.

Los hechos ocurrieron el 29 de mayo, en Cali, Siloé, Daniel Stiven Sánchez venía del trabajo cuando se encontró de improviso con una tanqueta de la policía, el joven alzó los brazos, pero fue golpeado, le dispararon y se lo llevaron inconsciente, cuentan los testigos. Ese día murieron en la ciudad 13 personas.

El cuerpo de Daniel, luego, aparecerá calcinado en una tienda que había sido saqueada y quemada.

La policía realizó rápidamente una “inspección técnica” y comprobó que no tenía impactos de bala, ni heridas de arma blanca. Y junto con esto, negaron cualquier responsabilidad en la muerte. Incluso, niegan que la tanqueta haya estado en ese lugar.

La familia, recabó información del forense, que constató heridas de bala e indicios de tortura. Reconstruyendo los hechos, los policías del Esmad, lo habrían golpeado, le habrían disparado y luego, lo habrían ido a tirar al edificio en llamas.

Lo que nos impacta, es la manera en que estas fuerzas policiales repiten el mismo esquema. En Chile murieron 15 personas calcinadas: Paula Lorca y Alicia Cofré en el supermercado Líder en San Bernardo, Renzo Barboza en el supermercado Líder en Santiago, Manuel Muga, Andrés Ponce, Yoshua Osorio, Julián Pérez y Luis Salas en las bodegas de la empresa Kayser en Renca, José Arancibia y Eduardo Caro en un Construmart en La Pintana, Maicol Yagual en un supermercado Alvi en Maipú, NN en un supermercado Líder en Arica, dos NN en la tienda Hites en Valparaíso, NN en un supermercado Alvi en San Ramón

Todos los calcinados en Chile, pasaron como delincuentes que estaban saqueando y murieron, sin embargo, se encontraron los cuerpos con balazos y heridas, en posiciones dudosas y sin los bienes robados. Lo más raro es la conjunción de las policías, el poder judicial y el gobierno, que declinaron investigar y dieron como verdadera la historia contada por los mismos policías. Parece ser una connivencia para dejar crímenes en la impunidad.

Ningún muerto quedará olvidado, ni en Chile, ni en Colombia.