El Departamento de Justicia estadounidense lo acusa de recibir 602.000 dólares en sobornos, por parte de la empresa Bravo Tactical Solutions que sirvió de intermediaria para la compra de gas lacrimógeno y equipamiento no letal para reprimir al pueblo boliviano. El problema, es que ese intermediario tiene su sede en Florida, y “lavaron el dinero” obtenido en bancos del lugar y luego le pagaron a Murillo, por esa razón son perseguidos judicialmente. El costo total de lo comprado fue 5,6 millones de dólares, de los cuales 2,3 millones engrosaron los bolsillos de los intermediarios y de allí salió el pago del soborno, al final el pago real de lo comprado era 3,3 millones de dólares.
Murillo, apenas se inicia el cambio de gobierno de Bolivia, huye a Estados Unidos, pues temía que lo persiguieran y metieran en la cárcel por los abusos de su gobierno cuando estuvieron en el poder. Bolivia por sus parte, pedirá la extradición de Murillo, con el fin de ponerlo a disposición de la justicia, para que enfrente su culpabilidad por la represión de las protestas y la muerte de cerca de 30 personas.
Juraban ante la biblia, que se habían desembarazado del régimen corrupto de Evo Morales y que ellos eran los buenos. Parece ser que no basta con jurar y rejurar sobre la biblia, como lo vemos en el caso de Añez y ahora de Murillo, el dinero era realmente lo que los movía.