En la madrugada del 26 de julio, 41 familias del campamento Villa del Sol en el sector de Las Salinas en Talcahuano fueron desalojadas por fuerzas especiales de carabineros y maquinaria pesada municipal del alcalde UDI, Henry Campos. Les prometieron una mesa de trabajo que aun no llega, de paso les robaron materiales de construcción y donaciones para el día del niño. Además, destruyeron sin misericordia, todo a su paso.
En distintos puntos del país, pescadores artesanales levantaron barricadas y cortaron rutas para exigir trato igualitario en el acceso de los bonos de ayuda a las pequeñas empresas. Los movimientos se dieron en San Antonio, Quintero, El Maule, Valdivia y en la región del Biobío. Si no son escuchados, aumentarán su lucha, señalan.
El pueblo los desprecia. Lo hace abiertamente. Se los demuestra. Ellos se sorprenden. Rasgan vestiduras. Surgen los “apologistas de la paz”, los defensores de “no es la forma”, rechazando la violencia, y pontificando a diestra y siniestra.
Es imposible hablar de derechos humanos en general, discurrir en grandes abstracciones, “pensando en el futuro”, cuando en el presente se están violando de manera directa y constante. Pero exactamente eso es lo que pretende hacer la convención constitucional. ¿Y qué mejor que tener reales violadores de los derechos humanos que aporten con su experiencia al diálogo?
Sí, están tan preocupados por la educación y que vuelvan a clases, que los niños primero y bla bla bla. Para muestra, la joyita de solución que le dió el Ministerio de Educación a los apoderados del Liceo Camilo Henríquez en Temuco para que los niños no repitan el año. ¿La propuesta? Repetir el promedio del 2020. Los trabajadores del liceo llevan 145 días en huelga sin que vuele una mosca y las autoridades brillan por su ausencia en el negocio de la educación.
Un violento allanamiento realizó Gendarmería en el módulo 12 de la cárcel Santiago 1. El ataque ocurre luego de que los presos políticos del levantamiento popular divulgaran una declaración en que exponían la verdad sobre la provocadora visita del candidato presidencial Gabriel Boric al penal.
Nadie los quiere ver. Los políticos del régimen ya no pueden andar tranquilos, porque en cada esquina, en cada calle, en cada plaza, se toparán con el pueblo furioso. Está pasando, aunque digan que son grupos organizados o que no es pa´ tanto, ¡no! ya no podrán salir a las calles. A menos, que quieran escuchar un par de verdades.
¿Quién es Daniel López? Parecía ser un millonario que ocultaba sus caudales en diversos países para escapar de la justicia de algún país. Debía ser un narcotraficante, un traficante de armas, un delincuente de cuello y corbata, un empresario que evadía impuestos o un dictador del tercer mundo, pensaban algunos.
Un asesino que disparó a matar contra Fabiola Campillai salió de la cárcel amparado por la resolución de la Corte de Apelaciones de San Miguel. No miden ni la justicia, ni la legalidad, ni la respuesta de un pueblo.
Antofagasta, Valparaíso, Concepción, Santiago se sumaron ayer y hoy a la jornada nacional de protestas convocada por los familiares de presos políticos de la revuelta.
Vivimos en tiempos en los que cualquiera puede ser político. Sin desmerecer: un actor, una modelo, un abogado, un cantante, un novelista, un ricachón, un doctor, cualquiera que salga en la televisión o sea conocido por algo, que sea avalado por un partido, puede ser un político. No están los representantes de los territorios, sino los representantes de los partidos. El pueblo está hastiado que otros hablen por ellos, cuando en la realidad no los representan.
En diversos puntos del país se desplegó la primera de dos jornadas de protesta por la libertad de los presos políticos del levantamiento popular del 18 de octubre. En Santiago, la manifestación volvió a la Alameda.
En Concepción y a lo largo del país cada día son más los que exigen la libertad de nuestros jóvenes combatientes. Hoy desde el Biobío, cientos se sumaron a la jornada de protesta por su liberación.
En el Congreso el mundo gira de manera diferente al que vive el común de las personas. Mientras nos preocupamos de la pandemia y de la necesidad de llevar dinero a nuestros hogares, allí siguen elaborando leyes a su medida y para protegerse contra el pueblo.