El 9 de mayo de 1945 la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, derrota a la Alemania nazi. Desde entonces, se celebra en esta fecha el Día de la Victoria, la capitulación de los alemanes ante los soviéticos en Berlín. Mientras en Moscú desfilaron tropas del ejército que combate en Ucrania, en Europa occidental se busca crear una “historia alternativa”.
El presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, es pródigo en frases llamativas y desconcertantes. Pero se superó a sí mismo cuando, al pedir al Congreso más recursos para la guerra, señaló que “no estamos atacando a Rusia, sino ayudando a Ucrania”.
Mientras las fuerzas rusas continúan su avance metódico en el este de Ucrania, la OTAN y varios países vecinos amenazan con ampliar el conflicto. Las repercusiones pueden ser catastróficas.
En su propaganda, Ucrania es una pequeña nación pacífica atacada por el malvado oso ruso. Pero esconde que, ya antes del conflicto actual, Ucrania era uno de los países más militarizados del mundo. La guerra sólo ha incrementado el negocio armamentístico. Aunque, por ahora, recibe donaciones militares de Occidente, eventualmente Kiev deberá pagar.
Con una abrumadora mayoría, 80 votos favor, 20 en contra y 16 abstenciones, el Senado aprobó este martes que la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento del litio queda reservado para el Estado mexicano.
En los próximos días debería comenzar la segunda etapa de la operación militar especial de Rusia. Enfrenta la propaganda occidental y el discurso triunfalista de Kiev, un continuo flujo de armas hacia Ucrania y la opción estratégica de Estados Unidos de convertir la guerra actual en un conflicto indefinido y extenso.
La primera etapa de la operación militar especial rusa sobre territorio ucraniano no fue ajena a críticas de parte de los expertos castrenses. Ahora, antes de recorrer su segundo tramo, se nombraron nuevos mandos, que deberán resolver los problemas en la ejecución táctica de la operación.
La Asamblea General de las Naciones Unidas suspendió a Rusia del Consejo de Derechos Humanos. Llama la atención de los regímenes sudamericanos que siguen al pie de la letra los dictados de Estados Unidos y Europa.
Perú lleva años en una crisis política. Las diversas fórmulas que se han implementado no han podido suprimir la inestabilidad de los gobiernos que han pasado por la casa de Pizarro.
En la medida en que la operación en torno a Mariupol se acerca a su conclusión, se vuelven más insistentes los llamados occidentales a establecer corredores humanitarios. Ese propósito, aparentemente loable, va a acompañado de una condición perentoria: que no exista ninguna supervisión de las fuerzas rusas. ¿Por qué será?
La primera gran huelga del año en Grecia. Los trabajadores marcharon por el alza de los precios y para exigir aumentos salariales. Allá también se ha disparado la inflación. El precio de los alimentos, de la energía y los combustibles. El gobierno se niega a bajar los impuestos. Los trabajadores paran.
Las guerras no sólo se libran con cañones, proyectiles y pólvora. Palabras, imágenes y relatos también forman parte del arsenal. Y en el caso de Ucrania, la propaganda es su arma más potente o, al menos, necesaria para mantener el apoyo financiero y militar de las potencias occidentales. Así lo demuestran las últimas acusaciones de masacres en la localidad de Bucha.
La primera etapa de su operación militar especial, según los rusos, se cumplió. Está en marcha la segunda etapa. Su objetivo es destruir los bastiones de tropas ucranianas en diversos sectores del país.
La propaganda ucraniana y occidental muestra la guerra como similar a las películas, donde grupos de soldados se enfrentan a otros con fusiles y lanzacohetes. Para los crédulos de Hollywood: la realidad no es así.