¿Un segundo frente?

Mientras las fuerzas rusas continúan su avance metódico en el este de Ucrania, la OTAN y varios países vecinos amenazan con ampliar el conflicto. Las repercusiones pueden ser catastróficas.

Transnistria es, sin duda, uno de los países más singulares de Europa. El territorio, ubicado al este del río Dniestr, perteneció hasta 1990 a la república soviética de Moldavia. Cuando ésta quiso independizarse, se declaró una guerra civil. La población de Transnistria, en que el componente de origen ucraniano o ruso -entonces la distinción era casi irrelevante- es mayor, se opuso al nacionalismo moldavo y proclamó su propia república, aún orientada en la Unión Soviética, como lo atestiguan sus símbolos nacionales. Curiosamente, la Moldavia independiente también fue gobernada, hasta hace pocos años, por el Partido Comunista: otra singularidad europea.

Desde la guerra civil, Rusia mantiene un pequeño contigente de 1.700 efectivos en Transnistria, cuyas propias fuerzas no son despreciables, cuatro brigadas motorizadas y cinco batallones especializados, considerando su tamaño de algo más de 4 mil metros cuadrados, el equivalente a la comuna de Arica (incluyendo sus zonas rurales), y poco más de 300 mil habitantes.

Su tamaño, pequeño, y su ubicación, precaria -una angosta franja entre el río Dniester y Ucrania- cobran ahora, sin embargo, una nueva relevancia. En la medida en que se desarrolla el avance de las fuerzas rusas en Ucrania, la OTAN teme que Rusia pueda unir su territorio a Rusia, a través de la parte sur de Ucrania, con lo cual sería irrecuperable para Moldavia.

Por esta razón, se han realizado tres ataques furtivos en Transnistria. Se botaron dos torres de radio con explosivos, y un cuartel militar y el edificio del Ministerio de Seguridad del Estado fueron atacados con lanzagranadas.

Al igual que Ucrania, que no podía entrar sin más a la OTAN, debido al conflicto pendiente en el Donbas, y que trató de solucionar mediante las armas, hasta que Rusia lanzó en respuesta su operación militar especial, Moldavia tampoco puede acceder al pacto militar debido al problema territorial pendiente en Transnistria.

La salida de las tropas rusas de ese territorio es el principal obstáculo para el proyecto de que Moldavia se una a Rumania, uno de los países del pacto de Varsovia que se unieron a la OTAN. Ahora ven una ocasión favorable para intervenir militarmente. Tropas rumanas se han integrado a las unidades moldavas. Su objetivo evidente: invadir Transnistria.

Para los ucranianos, Tansnistria también es un objetivo interesante: quieren hacerse del arsenal pertenciente al antiguo distrito militar occidental de la URSS y que hoy día vigilan las tropas rusas.

Pero los acontecimientos no terminan allí.

Con el fin de que Rusia no se apodere de la zona de Odesa, pues sería catastrófico para Ucrania al perder su salida al mar, han ideado planes ad hoc. Se presume que con, con una invasión a Transnistria, tropas de Rumania y Moldavia ingresarían a la zona de Odesa para intervenirla como fuerzas de paz, con la anuencia de Ucrania.

Otro país que estaría impulsando ese plan es Polonia, que ya habría enviado efectivos a Rumania. Su intención de fondo es siempre anexarse todo el occidente de Ucrania, aprovechándose del conflicto en curso.

En el intertanto, Ucrania trata de asirse de cualquiera que les dé armas o una salida que no sea la derrota total.
Por esa razón, son susceptibles a considerar un plan tan arriesgado, cuyo éxito descansaría en la pasividad de Rusia, algo improbable. Tendrían que vérselas con cerca de 6.000 soldados rusos y transnistrios que le harían frente.

Y, al contrario, cualquier intento de invadir Transnistria o de llevar “fuerzas de paz” a Odesa, podría interpretarse como una intervención directa de la OTAN en el conflicto de Ucrania. Y si la OTAN negara su autoría, se abriría la posibilidad de que se empleen, por primera vez en el conflicto, armas tácticas nucleares, sin que su empleo signifique entrar en beligerancia con la OTAN.

En cualquier caso, la perspectiva es catastrófica.

La operación militar especial rusa está entrando a su segunda etapa, y los protagonistas primarios y secundarios en occidente creen ver signos de debilidad de Rusia.

Se han vuelto más audaces, aumentando el ingreso de de armamento letal a Ucrania, introduciendo tropas de fuerzas especiales para intervenir activa o pasivamente en los enfrentamientos o realizando bombardeos destinados a dañar a la población civil rusa. Como hemos visto más de una vez en la historia reciente, cuando se subestima al oponente y sus capacidades, generalmente las repercusiones son perjudiciales para los que los provocan. Y más aún cuando los “aliados” circunstanciales piensan, cada uno, en su propio beneficio.