El asalto a la embajada mexicana en Ecuador y el secuestro del ex vicepresidente Jorge Glas, refugiado en la legación es sólo último de una serie de episodios que demuestran el descenso de los regímenes latinoamericanos a una condición propio de inicios del siglo XX: las repúblicas bananeras.
Tras la caída de la ciudad de Avdeevka, las fuerzas rusas avanzan con más ímpetu en los distintos frentes de batalla. El empecinamiento de la OTAN en seguir adelante con la guerra implica más desequilibrio en Europa y en los aliados de Estados Unidos, que no pueden intuir hacia dónde va la guerra.
Medio Oriente es sinónimo de una crisis perpetua incentivada por potencias externos. La crisis sigue, pero todo lo que la compone está cambiando.
Estados Unidos lanzó su tercera tanda de ataques aéreos en contra de Yemen. El objetivo declarado de la escalada es golpear a las milicias huties en ese país y restablecer el tránsito marítimo en Mar Rojo. La feble coalición militar, digitada por Washington y Londres, está logrando exactamente lo contrario.
La marcha popular por el aniversario del levantamiento del 20 de diciembre 2001 superó el intento del gobierno de establecer un estado de sitio de facto en Buenos Aires. Milei respondió en la noche con un febril y confuso “paquete de medidas”, en medio de un masivo concierto de cacerolas.
Todo el respaldo económico y militar al régimen ucraniano no ha logrado que consiga lo que deseaba ardientemente la OTAN: la derrota y humillación de Rusia.
Tras el jolgorio de la asunción del mando, el nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, presentó su programa de “shock”. Las llamadas “medidas de emergencia” apuntan al bolsillo de los trabajadores, pero también revelan que el nuevo gobierno no tiene idea de qué hacer frente a la crisis financiera.
Henry Kissinger, muerto a los 100 años, es considerado el máximo exponente del pragmatismo político, ajeno a valores morales y que no repara en medios. Por ello es, con razón, odiado por muchos. Otros, los de siempre, lo admiran. Pero Kissinger es mucho menos que eso. En realidad, no merece sentimientos.
O “¡chuta!”, como diríamos acá. Javier Milei prometió el caos para el país, pero éste ahora lo envuelve a él y a su hermana y a los perros… y al capital, temeroso de un derrumbe sin precedentes (y eso que precedentes hay en Argentina). Al final, lo de “libertario”, motosierra y demás, fue puro humo.
…a esta realidad tan charcha. Javier Milei es más de “La Renga” que de Mauricio Redolés. Pero su claro triunfo en la segunda vuelta presidencial argentina es expresión del derrumbe de un régimen. Ante la inminente catástrofe económica, el viejo mecanismo del “mal menor” estalló en mil pedazos. A un paso del abismo, “la libertad”…, pues, “avanza”.