Durante un mes de combates, las pérdidas para las fuerzas armadas de Ucrania son contundentes. Recién ahora, Rusia da por cumplida la primera fase de su operación especial militar.
En la medida en que el debilitamiento del régimen de Ucrania se vuelve manifiesto, sus aliados comienzan a tirar líneas para sacar el máximo provecho de la situación y de la posguerra. Algunos quieren satisfacer antiguas ansias territoriales, a otros les conviene prolongar el conflicto y aun otros buscan cómo evitar un colapso económico. Los intereses son diversos frente a la derrota evidente.
Poco a poco, los medios de comunicación occidentales van reduciendo su cobertura del conflicto ucraniano. La derrota del régimen de Zelensky se vuelve evidente. Lo único que falta saber es cuándo claudicará. Estados Unidos, sin embargo, presiona a los países europeos para aumenten la presión económica y política sobre Rusia y, así, extender el conflicto.
Para el mundo los rusos son los grandes culpables del conflicto militar con Ucrania. El apoyo al gobierno ucraniano llegó desde todos los confines del mundo y, por supuesto, de Europa. Pasado unas semanas del acontecer bélico, muchos comienzan a ver una cara diferente de aquellos que se mostraban como “víctimas”.
Rusia continúa su operación militar especial sin mostrar debilitamiento. Ha usado sus armas más avanzadas para demostrar la vulnerabilidad del sistema de suministro de material bélico de la OTAN y para amenazar con más daños que podría infligir. Los países adscritos a la OTAN deben, en la hora de la realidad, comenzar a tomar decisiones.
Las guerras representan un choque de intereses, no de ideas. En la actualidad, no pueden ser vistas al margen de la competencia imperialista. Y, sin embargo, la campaña occidental en Ucrania se viste en el más sublime de los idealismos.
En estas semanas de conflicto, los campos de batalla en Ucrania son sólo uno de los frentes de la guerra. El enfrentamiento se libra, también, en otros frentes y a escala mundial.
La “operación militar especial” de Rusia significó un golpe casi demoledor para las proyecciones norteamericanas y europeas. Ante la imposibilidad de usar su maquinaria bélica, promovieron una guerra de sanciones para condicionar el desarrollo del conflicto. Los acontecimientos diarios demuestran que no lo han logrado.
Mientras se realizan las negociaciones entre Moscú y Kiev, la lucha continúa en todos los frentes de batalla. En los próximos días veremos la aniquilación de las fuerzas que defienden Mariupol y el avance de los cercos a las tropas de ucranianas.
Como decían los griegos, la base de la cultura occidental, la moralidad es escoger siempre lo bueno, ante lo malo, no como una opción, sino como una obligación humana. Vemos hoy día que países que se dicen los paladines de la “libertad, la justicia, la verdad y la democracia” hacen caso omiso del actuar correcto y se muestran como son de verdad: regímenes que son inmorales.