La CUT se hunde con el régimen. El gobierno y los empresarios pujan por volver a la normalidad. Los trabajadores necesitan proteger su salud y la de los suyos, pero además deben subsistir. Las demandas enarboladas por el pueblo en el levantamiento de octubre no tienen solución, nuestros jóvenes luchadores aún están presos. ¿Cómo resolver esta situación? Américo Vargas, poblador de Coronel y actualmente dirigente de la maestranza Diessel nos entrega su visión y el camino a seguir por los trabajadores frente a la crisis que se vive en nuestro país y el mundo.
“Hoy los trabajadores no estamos solos, somos mayoría y debemos actuar. Debemos organizar nuestro poder, ese poder demostrado una y otra vez en la calles. Hoy todos sabemos que hay unos zánganos que no trabajan. Esos zánganos generan leyes, explotan, se corrompen, roban, tratan de hacernos pensar que somos iguales a ellos, venden esperanzas a un pueblo aburrido de sus mentiras. Pero nosotros los trabajadores y trabajadoras tenemos algo que nos diferencia. Tenemos un poder que debemos organizar para hacerles frente. Por la dignidad y el futuro de todos y, cuando el pueblo diga, los trabajadores debemos pasar a niveles de lucha más potentes ahí todos van a tener que tomar una posición”. Quien nos entrega su opinión es Américo, hombre sencillo, solidario, de actuar determinado y mirada amable. Penquista y proveniente de una familia trabajadora. Toda su vida se ha organizado. Hoy lo hace desde instancias de organización territorial, activo partícipe en la lucha por la liberación por los presos y dirigente de la Maestranza en la cual trabaja en la comuna de Coronel, región del Biobío.
“Los trabajadores tenemos mucho trabajo y responsabilidad en adelante“, nos dice Américo, “en especial las organizaciones que no responden a la institucionalidad. La CUT no existe, por tanto tenemos una tremenda pega de reagrupar a todos los hombres y mujeres de nuestra clase en torno a una organización, que golpeé al régimen, que se organice en base a las demandas populares y que actúe a través de la movilización. No es pedirle limosnas al estado, sino lo contrario organizar nuestro propio poder, teniendo como guía una vida digna sin privaciones. En estos espacios debe primar la solidaridad, la honradez, la voluntad de luchar y la decisión de cambiarlo todo. Debemos retomar los principios antiguos de las organizaciones de obreros y también esos anhelos que llevaron a nuestro pueblo a luchar ese 18 de octubre”.
“Entre esos luchadores, tenemos jóvenes, hermanas, hijos e hijas encarcelados. La libertad de los presos políticos debe ser una de las banderas de lucha que toda organización de trabajadores debe tomar, su liberación debe ser la consecuencia de una incesante movilización del pueblo. La libertad de nuestros cabros es una demanda moral. Cuando pensemos en ellos, debemos pensar en por qué lucharon. Por qué ese día salieron de sus casas, pensar en sus motivaciones, sus sueños y anhelos. También en sus frustraciones y su futuro. Ahí se ve más claro. Pude ser yo, pudiste ser tú. Ellos salieron por lo mismo que todos nosotros” afirma Américo y continúa con convicción, “los que los mantienen en la cárcel son los que hacen las leyes, son los poderes del estado y los enemigos del pueblo, contra ellos debemos dirigir nuestra fuerza. Los cabros son nuestros hijos, son nuestro pueblo y una tarea actual es liberarlos a todos”.
“Solo la organización de nuestro poder nos permitirá hacer frente a los enemigos del pueblo– plantea el dirigente- “los grandes empresarios, el gobierno, los políticos, los jueces corruptos, y los altos mandos policiales y militares. Deben desaparecer. Y para eso debemos organizarnos. Debemos dar pasos hacia un movimiento popular de amplitud nacional y porque no decirlo latinoamericano. Las decisiones debe tomarlas el mismo pueblo, unificarnos con todos los sectores que quieran algo mejor. Una nueva práctica, con principios de solidaridad, tomando lo mejor de la historia de lucha de la clase obrera”. Así resume Américo la tarea actual de clase trabajadora.
“Las demandas del pueblo son la base que nos permitirán unirnos”, sostiene. “Ellas reflejan nuestra existencia en lo cotidiano, nuestras dificultades y temores, nuestros anhelos y sueños. La resolución de esas demandas es lo que nos llevó a levantarnos el 18 de octubre. Y por tanto reflejan también el cansancio de la vida que hemos llevado hasta hoy. La organización y la movilización, son los medios que tenemos como clase de expresar nuestro poder. Así lo hemos hecho siempre y lo seguiremos haciendo. Donde uno mire hay lucha de clases, a nuestro alrededor está todo condicionado por nuestro poder, cuando los intereses de los ricos se quieren imponer, el pueblo sale y utiliza la forma que mejor conoce: la movilización. Si no nos unimos como clase, esto se va a dilatar. Sabemos que esto comenzó con el pueblo en octubre, ahí se demostró nuestra fuerza, nuestra decisión y nuestro poder. Pero también se observó la necesidad de una organización que conduzca esa rabia contenida y que dé golpes certeros al enemigo”, reflexiona Américo. “Por eso ahora, hay que terminar lo que empezamos. La cuestión es simple. O actuamos y nos organizamos frente a un objetivo común o nos van a pasar por encima, sin compasión. La subsistencia de nuestra clase solo depende de la organización y la lucha. Mientras ellos se reacomodan, el pueblo debe organizar su fuerza territorial.“