Pasan las horas y no hay, apenas, novedades en el misterio criminal. Nadie sabe quién es el hombre que asesinó al ejecutivo de uno de los principales grupos económicos de la salud de Estados Unidos, en pleno Manhattan. Nadie sabe por qué lo hizo, ni dónde está ahora. Pero todo el mundo está de acuerdo que había buenas razones para mandarle dos tunazos al finado capitán de la industria.