Como muchas organizaciones estatales, la disolución de Carabineros es inminente. No hay ninguna forma en que puedan mantenerse. Al contrario, no habrá, como querían, una reestructuración. Eso es imposible, pues desde sus mandos todo está corrupto. Debe crearse algo nuevo. Pero no son los únicos que están en esa disyuntiva.
Si lo vemos únicamente desde el ámbito de los derechos humanos, esta policía no pasa ninguna prueba: ha venido vulnerando década tras década los derechos de los chilenos. Carabineros, desde su fundación hasta el presente, ha matado cerca de 1.000 chilenos, torturado a miles, herido a decena de miles, y reprimido a centenares de miles.
Como herramienta política para la represión, han cometido masacres y asesinatos: Ranquil, Seguro Obrero, Ramona Parra, Pampa Irigoin, Yumbel, Lonquén, los tres profesionales comunistas, los hermanos Vergara Toledo, el sacerdote André Jarlán… hasta hoy. Durante el golpe de Estado de 1973 los carabineros, junto a civiles, detenían, torturaban y mataban chilenos. Cometieron crímenes atroces amparados en su alto mando. Más cercano, es la represión a los manifestantes del levantamiento popular del 18 de octubre del 2019: demostraron la bajeza moral y el escaso raciocinio de los funcionarios, que asesinaron, torturaron, hirieron y golpearon a manifestantes, esto sin contar los montajes y pruebas falsas que utilizaron para inculpar a los perseguidos políticos.
Desde el punto de vista administrativo, los jefes han utilizado sus puestos para robar el dinero del Estado y salir impunes. Esto ha provocado que paulatinamente aumenten los casos de funcionarios asociados al narcotráfico, a la venta de armas, extorsionando, asaltando, además de los abusos cotidianos, los maltratos, el aprovechamiento, etc.
Si fuéramos realistas, Carabineros debía haber dejado de existir en 1990. Pero, al igual que las Fuerzas Armadas e Investigaciones, formaron parte de la amenaza del régimen imperante de volver a hacer un golpe de Estado. Hoy ha quedado patente la distancia entre el pueblo y esta organización represora del Estado. Carabineros no es un aval de protección o lucha contra la delincuencia, sino un órgano político, que obedece órdenes de un gobierno y las hace efectiva sin cuestionarlas, aún cuando vulneren la esencia del ser humano.
Lo mínimo que se debe hacer, es reemplazar esta policía por una organización dirigida por civiles, cuya función principal sea la protección de los ciudadanos, la ayuda en la resolución de los problemas de la comunidad, la prevención de crímenes y ganarse y merecer la confianza del pueblo.
Esta semana se puso la lápida a Carabineros. Cualquier cosa que hicieron o hagan será castigada, están de salida y ningún gobierno los ayudará una vez que sean disueltos. Tienen que ir pensando en conseguirse un trabajo, en que la justicia caerá sobre los que se ensañaron con el pueblo, y que no habrá quién los ayude.