Mientras el presidente de Afganistán Ashraf Ghani, viajaba a Omán, transmitía su dimisión para evitar el derramamiento de sangre, pues los talibanes iban a atacar Kabul. En ese mismo instante, las tropas talibanes ingresaban a la capital.
Los talibanes transmitían al mundo que habían tomado Kabul, por ende, se habían hecho del poder en Afganistán, después de 20 años de lucha. Desde la oficina del defenestrado presidente Ashraf Ghani, con mesura planteaban que tuvieron que apoderarse de la ciudad, porque fue abandonada por las fuerzas del gobierno, y con ello tratan de evitar el caos y el robo. Lo precipitado de la huida, obligó a desplazar a mil soldados de los talibanes para asegurar la ciudad.
Respecto de los líderes de los talibanes, se encuentran en Qatar, y volverán al país prontamente, para formar el “Emirato Islámico de Afganistán”.
En el aeropuerto, todos los vuelos civiles se habían interrumpido, pero los vuelos militares estadounidenses continuaban entrando y saliendo, tratando de evacuar rápidamente a sus “intereses”, entre ellos salió un avión de la CIA. Resulta particularmente preocupante, como los norteamericanos con sus servicios de inteligencia, no pudo advertir la caída inminente del régimen y hasta el último instante apostaba por el alargamiento del desenlace. Las 5000 tropas previstas para arribar no pudieron hacerlo antes de la caída de Kabul, pero pese a eso, Estados Unidos enviará a 1000 soldados más de refuerzo. Junto a esto, el jefe de las fuerzas estadounidenses en Oriente Medio y Afganistán se reunió con los líderes talibanes en Doha, Qatar, para advertirles que no deben atacar a las tropas yanquis que evacúan funcionarios. Además, en el intertanto la diplomacia occidental, trataba de impedir que los países reconocieran el nuevo gobierno establecido de los talibanes.
Un funcionario de Estados Unidos, lacónicamente reconoció la caída del gobierno afgano, “eso es todo, se acabó”.