La denuncia de la presunta muerte de una niña desaparecida del CREAD de Pudahuel. Una jueza con diez años denunciando las vulneraciones a la infancia. Un responsable: el Estado de Chile y sus instituciones, en suma: el régimen. ¿Las víctimas? La niñez y la adolescencia en Chile.
Los niños y niñas en Chile sufren graves vulneraciones a sus derechos. Aún más los que están al cuidado del Estado de Chile. Explotación sexual infantil, y transgresión de derechos humanos básicos. Esas son las acusaciones que pesan sobre el CREAD Pudahuel.
Ya había venido denunciando desde hace diez años la vulneración de los derechos de los niños y niñas y adolescentes a cargo del Estado de Chile. Hace una década hizo un estudio en más de 6500 niños y constató la gravedad de dichas transgresiones. ¿La mala noticia? Nada ha cambiado. Hoy ha interpuesto medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) contra el Estado de Chile y a favor de los menores del CREAD de Pudahuel. Respecto de ellos existen sospechas fundadas de que su integridad personal y la vida de estos menores corre peligro real. Y ayer martes expuso ante la Comisión Especial de Asuntos de la Infancia del Senado, presidida por Juan Ignacio Latorre (RD). Se trata de la jueza titular del Segundo Juzgado de Familia de Santiago, Mónica Jeldres. La magistrada, emplazó directamente a los tres poderes del Estado a hacerse cargo, de una vez por todas, de las graves vulneraciones que sufren niños, niñas y adolescentes en los centros del SENAME.
“…Quiero resaltar el hecho que los garantes han sido agentes facilitadores de graves vulneraciones” acusó Jeldres, lo que en buen chileno significa que quienes están para cuidar han cooperado para violentar a nuestros menores, y agregó: “…a mi juicio muchas veces se legisla en base a prejuicios, evidenciando presiones de grupos de poder con textos alejados a las observaciones internacionales, con leyes que más bien implican un retroceso, sin que se asignen los recursos necesarios, con instituciones que se crean sobre la marcha, sin resolver en definitiva los problemas de fondo.”
En relación a los hechos vinculados al CREAD Pudahuel, y que generaron la cautelar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) declaró: “Hoy hay niñas que se fugan desde la residencia, son violadas, son secuestradas, las tienen por días secuestradas. Unas se arrancan, logran escapar, llegan en calidad de bulto y los jueces vamos de nuevo a la misma residencia y se vuelven a fugar y las vuelven a violar y son víctimas de un círculo de explotación sexual infantil”, dijo en su intervención. “¿Qué vamos a hacer ahora, señor presidente? Esa es mi pregunta. ¿Qué se va a hacer con sus 35 niños fugados y con la pequeña que la violan y la violan y la violan? De eso estamos hablando aquí. De eso estamos hablando, no de otra cosa, para que no nos perdamos. Porque eso es lo que nos motiva a nosotros a ir a la CIDH, porque no hemos tenido respuesta en ninguno de los tres poderes del Estado, incluyo el mío. Niños que entraron por protección simple, hoy están en explotación sexual infantil. Y si eso no nos llama la atención, y si eso no nos convoca a tomar acciones, ¿qué cosa? ¿Qué más se tiene que decir en este país para que se tomen las medidas urgentes que son necesarias?”, concluyó.
Hay crímenes que ofenden y espantan la humanidad que habita en nosotros. Son los crímenes que se cometen contra la niñez. Hasta el sentido común, tan errático en muchas oportunidades, suele orientar las voluntades hacia su defensa acérrima. Para el pueblo, los niños y niñas son sagrados, por ellos resulta ineludible darlo todo, sacrificarlo todo. Y la razón fundamental es que representan el mañana. Son el mañana. Y si como sociedad abortamos la aurora del día que ha de venir, hemos renunciado como especie a la vida, al menos a la vida en dignidad. Nos habremos sumido en la barbarie, y la expiación nos será negada por la historia.
El reloj corre contra la vida y la felicidad de los niños y niñas. Sabemos que esperar que el régimen resuelva es esperar en vano. Ya no hay tiempo que perder. Por cada niño, niña, adolescente arrojado al horror, por el futuro de nuestros hijos, porque todos ellos son los hijos de la patria. Debemos poner punto final para siempre a este sistema que reproduce y sostiene las condiciones en las cuales ellos y ellas han derramado lágrimas inocentes. Recuperar la esperanza en el porvenir y ofrecérselas como prueba indubitable de que a partir de ahora todo será distinto.