La burguesía en estos días ha comenzado a buscar puentes para poder rehacer el tercio que pueda ser la piedra de tope en la Convención Constitucional. Para eso cuentan con la anuencia del poder empresarial.
La derecha chilena en este último tiempo se ha visto mermada en sus capacidades políticas, pues ha visto caer estrepitosamente el número de adherentes, lo que quedó plenamente manifestado en las recientes votaciones. Pero el problema no es político, sino ideológico. No se trata sólo de pactar y negociar. Se trata de su subsistencia. Su futuro está amenazado. Ahora que su fuerza ha mermado deben recurrir a sus aliados. Pero ellos también están reducidos a su mínima expresión. Entonces deben atraer o “comprar” voluntades para salvar el régimen.
Si hacemos un breve resumen de lo que ha sido la derecha en Chile, hay un factor que resalta. Es la bajeza moral que los domina. Recurrentemente, usaron la violencia estatal contra el pueblo para proteger sus intereses económicos. No les importaba si eran niños, jóvenes, viejos, mujeres o adultos a los que golpeaban o mataban. Sólo en la matanza de la Escuela Santa María en Iquique, los muertos varían entre 200 y 2.000 mineros salitreros; en la matanza de Plaza Colón de Antofagasta, se saldó con cerca de 300 muertos; en la masacre contra la Federación Obrera de Magallanes, en Punta Arenas, con 30 muertos; en la Oficina San Gregorio, con 100 salitreros muertos; en Ranquil, en el Alto Bío Bío con 100 campesinos muertos; contra pobladores de la José María Caro, con 6 vecinos muertos; en Pampa Irigoin, en Puerto Montt, con 11 muertos; en la dictadura militar, miles de muertos; y en el levantamiento popular o estallido social, con más de 34 muertos. Esto sólo contando las masacres más grandes, sin tomar en cuenta las pequeñas, que suman cientos de muertos más, miles de heridos, torturados, desaparecidos y reprimidos por todas las fuerzas armadas y grupos represivos del Estado que han utilizado para conservar el poder.
En su largo camino, la derecha ha negociado prácticamente con todas las fuerzas políticas. Sólo con un sector pequeño no lo ha logrado. Con las demás, ha negociado gobiernos, golpes militares, salidas de dictadores, gobiernos centristas y, hoy en día, un posible candidato presidencial joven que les sienta bien.
En la convención constitucional, la derecha ha comenzado a “agitar el avispero” para ver quiénes son posibles candidatos para algún pacto. Ya han visto algunos y ha visto el modo: se debe institucionalizar el proceso, abocarse a lo netamente constitucional y hacer caso omiso a lo externo, tal como se hace en el Congreso, donde priman los intereses políticos por sobre el interés del pueblo. La derecha, en este mes de sesiones, junto a los demás partidos del régimen ha logrado limitar la capacidad política de la convención y la ha centrado en problemas técnicos.
Pero la burguesía soluciona un problema -a medias- y ya surge otro. El incumplimiento o el olvido de las demandas populares obligará, de nuevo, a movilizaciones. Éstas serán dirigidas cada vez más por líderes y representantes, nacidos, esta vez, del seno trabajador, que impedirán posibles negociaciones y acabarán con el sistema de una vez.