Algunos constituyentes ya se están poniendo nerviosos. Se preguntan cómo le van a explicar el trabajo de tres semanas de sesiones a sus electores. Los partidos del régimen, en cambio, están contentos. Van consolidando posiciones. Pero han debido recurrir a alianzas encubiertas con la derecha para lograrlo.
Las deliberaciones de la convención constituyente ya han ido adquiriendo algo de rutina, sólo interrumpida por las maniobras de la derecha. Es el método Marinovic-Cubillos: provocar, exaltar los ánimos, victimizarse, para hacer visible una cosa y ocultar otra.
Ayer, Teresa Marinovic -una show-woman en forma- acusó a una luchadora y severa autoridad del pueblo mapuche de… “hacer show”. Hoy, Marcela Cubillos -hija de uno de los golpistas más connotados ligados a la Armada y ex ministro de Pinochet; pareja de Andrés Allamand; y carente de cualquier mérito en su vida que pudiera desligarse de los privilegios de pertenecer a una clase de ricachones que se enriquecieron aún más con los crímenes de una tiranía sangrienta- esa Marcela Cubillos, entonces, se quejó de la hubiesen llamado… “privilegiada” y acusó a la convención de “pavimentar el camino a una tiranía.”
Este truco es viejo, pero siempre funciona. La indignación ante las ofensas públicas sirve de tapadera para los arreglos privados. Mientras varios constituyentes deploraban los insultos de las damas derechistas, el nuevo “centro” de la convención -el eje FA-PS y otros sueltos- estaba negociando de lo más lindo con los mismos ofensores.
Primero fue la votación para la coordinación de la comisión de reglamento. Todos saben que esa es una instancia estratégica para defender los dos tercios y la subordinación de la convención constitucional al espíritu o, a estas alturas, fantasma del acuerdo “por la paz” del 15 de noviembre que protegió a Piñera y a los partidos del régimen.
Una alianza ad-hoc de la Lista del Pueblo, del PC, de otros independientes y de representantes de los pueblos originarios, se acercaba peligrosamente a la mayoría. Pero sus postulantes eran mujeres. En una primera maniobra, se impuso que la paridad debía entenderse como un límite, no como una base, para la participación de mujeres. Votaron a favor de esa interpretación machista, un bloque del FA, la ex Concertación, y la derecha.
En la elección misma de los coordinadores ganó, luego de un prolongado ciclo de votaciones, la abogada del FA, Amaya Álvez, de nuevo con el apoyo de la derecha.
¿Por qué se formó ese bloque? En el pleno del día siguiente ese misterio quedó resuelto.
Elisa Loncón y Jaime Bassa, presidenta y vicepresidente de la convención, respectivamente, presentaron su propuesta de ampliación de la mesa con otros siete convencionales.
Ya venía todo cocinado.
En vez de elegirlos, bastaría sumar 21 patrocinios. Con eso se garantiza un cupo para la derecha, y para alguno de los grupos ligados a la Concertación. Según Bassa, “las prácticas políticas son fuente de derecho”. Y otro de los juristas progre de la convención, Fernando Atria, declaró que ese sistema es mucho más transparente que votar, porque, ya se sabe, la sucia democracia impone ¡el cuoteo! Según la lógica del excelso pensador legal, es mejor poner las cuotas a favor de la reacción… sin votar. Es cierto, eso es mucho más sincero.
Pero más sincero aún sería reconocer que los gestores del nuevo “centro” de la convención temen al riesgo que la convención “se salga de las reglas” del régimen y reconozca las demandas populares. Con la derecha anulada, ese peligro aumenta.
De ahí el pacto con la reacción.
Esperan que no se note.
Pero en algún momento, los constituyentes tendrán que hablarle a la gente que votó por ellos y explicar qué es lo que está pasando allí.