En vísperas de una nueva jornada de protestas en Brasil en contra del gobierno de Bolsonaro, el jefe de la CIA, William Burns, realizó una visita secreta al país. Lo de “secreto”, obviamente, ya no corre, porque el propio Bolsonaro reveló el encuentro. El tema a tratar: las movilizaciones populares en el continente.
Jair Bolsonaro señaló que se había reunido con el jefe del espionaje estadounidense en el palacio presidencial de Planalto, en la capital Brasilia, en un streaming con sus adherentes. Según Bolsonaro, “analizamos cómo están las cosas en América del Sur” y señaló a qué países específicos se refería y cuáles no: “de Venezuela ya no sé si se puede hablar nada. Miramos hacia Argentina. Hablamos sobre hacia dónde va Chile y lo que ocurrió en Bolivia.”
El proceso de luchas en Chile es, sin duda, una preocupación para la CIA. Bolivia, al parecer, lo es, más bien, para Bolsonaro, quien hizo referencia a la detención de la ex presidenta golpista Jeanine Áñez en ese país. “Acusarme de actos antidemocráticos es lo que quieren hacer conmigo, cuando nunca violé la Constitución”, dijo. Y amenazó: “si alguien quiere dar una pelea, la fuerza mayor está de nuestro lado.”
Según se supo, Burns también se reuniría con dos altos militares, miembros del gobierno de Bolsonaro: el ministro de Seguridad, el general Augusto Heleno, y el jefe de gabinete, el general Luiz Ramos.
No se mencionó a otro país sudamericano: Colombia. Quizás no fuera necesario, porque Burns ya estuvo allí, justo antes de viajar a Brasil. En medio del sostenido levantamiento popular colombiano, la administración Biden ha dado gestos de apoyo al gobierno de Iván Duque, con quien coordinaron, también, posibles medidas contra Venezuela.
El acercamiento a Bolsonaro constituye un cambio en la incipiente política exterior de Estados Unidos bajo Biden, quien se había mostrado crítico de Bolsonaro. Éste no había querido reconocer la victoria electoral del demócrata, siguiendo la campaña del fraude agitada por Donald Trump. Al asumir, Biden ordenó suspender una ronda de conversaciones con Brasil sobre materias ambientales, en reacción a la política seguida por Bolsonaro en el Amazonas, un tema en el que Estados Unidos promueve un control internacional, aduciendo los efectos del cambio climático.
Ahora, la situación ha cambiado y, en medio de las movilizaciones populares en el continente, Estados Unidos y la CIA, se activan y buscan herramientas. También se especula que los contactos con Brasil obedecen al intento de articular una ofensiva en contra de China y sus intereses económicos y políticos en la región. Si la herramienta es el, hasta ahora, impresentable Bolsonaro, pues, “será”, se dirán los gringos. Justamente, “será un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, dice una vieja máxima del imperialismo.