En Irak están estacionadas fuerzas militares estadounidenses y sus satélites con el fin de luchar contra el Isis. Desde sus bases, se proyectan hacia Siria y amenazan a Irán.

Durante este año, las fuerzas norteamericanas han sufrido diariamente ataques a su logística y en contra de las bases. Los yanquis se mantienen en la zona para apoyar a los kurdos del este de Siria y a los grupos islamistas del sur, donde tienen una base. Otro objetivo: frenar la amenaza de grupos pro iraníes sobre Israel.

Como no pueden distinguir bien quién atenta contra sus posiciones, Estados Unidos hoy ha bombardeado a milicias chiitas que pertenecen a las Fuerzas de Movilización Popular, tanto a Kataeb Hezbolá que tiene cerca de 30 mil miembros, como a Karaeb Sayyid al Shuhada. Ambas milicias jugaron un rol importante en la lucha contra el Estado Islámico, y ambas tienen nexos con Siria y combatientes en ese país.

Los norteamericanos bombardearon a estas agrupaciones bajo la orden de Biden. “Estamos en Irak con el único propósito de ayudar a las fuerzas de seguridad iraquíes en sus esfuerzos de derrotar al Estado Islámico. EE.UU. tomó las medidas necesarias, apropiadas y deliberadas, diseñadas para limitar el riesgo de escalada, pero también para enviar un mensaje disuasorio claro e inequívoco”, declaró el Pentágono.

Los bombardeos se realizaron amparados en el derecho a la legítima defensa, afirmaron.

Como toda la política internacional, el mensaje va destinado a Irán, a su nuevo presidente y a la fuerza Al Quds. Es importante recordar que Qasem Soleimani fue asesinado junto a un miembro de la FMP al salir del aeropuerto de Bagdad, en Irak. El responsable del atentado fue Estados Unidos.

Tal como lo vimos hace poco, Estados Unidos, el reino de la libertad, se jacta del derecho a la legítima defensa cuando son ellos las víctimas. Pero, generalmente, son los victimarios y no se reconoce un derecho a la legítima defensa para los que caen muertos por sus bombardeos.