Este sábado comenzaron las manifestaciones en el Líbano. Las más grandes se dieron en Trípoli y en el puerto de Sidón. El país vive una de las mayores crisis económicas y financieras desde principios de siglo, señala el Banco Mundial. Igual que en Chile, el país vivió un levantamiento popular en octubre de 2019 para exigir la salida de un régimen corrupto que ha manejado el Líbano en los últimos 50 años.
Decenas de miles de personas salieron a las calles. Las mayores protestas se dieron en Trípoli y el puerto de Sidón. El país -de seis millones de habitantes- vive una crisis económica sin precedentes, una humanitaria que se ha ido agudizando por la llegada de sus hermanos sirios que huyen de la guerra y una política, por la enquistada y corrupta clase que los gobierna y que está acéfala desde agosto de 2020.
El colapso financiero provocó la indignación de los libaneses. La moneda local, la libra, cayó a un piso histórico el sábado, perdiendo el 90% de su valor desde el inicio de la crisis. El país está sin un gobierno plenamente operativo desde la explosión en el puerto de Beirut en agosto pasado, que mató a más de 200 personas y destruyó parte de la capital. El gobierno dimitió tras el desastre y las negociaciones para formar uno nuevo han fracasado desde entonces.
Las manifestaciones partieron tímidamente, pero con el paso de las horas fueron tornándose más violentas. En Beirut, durante la noche del sábado al domingo, los manifestantes trataron de tomarse edificios públicos. Entre ellos, la sede del Banco Central. También hubo bloqueos de carreteras en distintos puntos del país.
“Dieciocho personas, entre civiles y soldados, fueron heridos, entre ellos cuatro hospitalizados”, dijo el Cuerpo de Emergencia y Socorro, una organización médica local. Algunas de las heridas fueron provocadas por balas de goma y metralla de granadas aturdidoras, indicó un portavoz de esta organización, según informan los medios internacionales.