Un nuevo jueves negro en las estadísticas de covid-19. Hospitales sobrepasados, contagios en aumento, las muertes, también. El gobierno ya no tiene vuelta en su “manejo” de la pandemia: está completamente superado. Es necesario que otras manos asuman la dirección de la respuesta a la crisis sanitaria.
Reina el caos. Los contagios no dejan de subir. Y mueren y mueren chilenos debido a la enfermedad. El esquema seguido por el gobierno hace rato ha llegado a un límite. Sigue aferrado a la fantasía de la inmunidad de rebaño. Ha degradado todas las herramientas para frenar la diseminación del virus. Ya no tiene nada que hacer. Su única preocupación es evadir su responsabilidad y justificar sus decisiones desastrosas.
El principal responsable es Piñera. Ya se ha reconocido abiertamente. Él toma las decisiones, hasta las más nimias. Así ha sido confirmado por las “autoridades” de Salud -¡qué poca autoridad les queda!
Desde que se declaró la pandemia, el gobierno ha manipulado políticamente las medidas restrictivas: “cuarentenas dinámicas”, toque de queda, estado de excepción, prohibición de reuniones, etc. Todas apuntan, primero, a proteger al gobierno y al régimen político. La limitación del daño causado por la pandemia, viene después.
En esa misma línea, puso como único objetivo la llamada “inmunidad de rebaño”. En un inicio, lo hizo propiciando el contagio masivo de la población. Cuando eso fracasó, insiste en la misma meta, con la vacunación. Se niega a ver la evidencia: eso no funciona. Hay muchas razones para ello. Primero, nadie puede seriamente anticipar qué porcentaje de la población ha de tener anticuerpos. ¿Qué sentido tiene buscar una inmunidad colectiva en Chile, si el cierre de fronteras no es real? ¿Qué se hace cuando las mutaciones del virus deshacen todos los cálculos y más gente se contagia, se enferma y muere?
¿Los muertos y enfermos graves son un sacrificio para la tranquilidad política de Piñera y las ganancias de los grandes capitales?
Esto no puede seguir. Este gobierno no puede continuar a cargo de una política sanitaria que está provocando sufrimiento y muerte.
Una medida mínima, absolutamente mínima, y muy urgente, es que la toma de decisiones salga de la oficina de Piñera y del gobierno, y sea trasladada a un organismo colegiado que esté obligado a decirle la verdad a los chilenos; cuyas determinaciones merezcan confianza y puedan ser contrastadas con la realidad. Las fuerzas políticas del régimen han guardado un silencio cómplice. Sus críticas, cuando las ha habido, han sido oportunistas y pasajeras. Las propuestas del Colegio Médico, que pide, correctamente, “una nueva gobernanza de la pandemia”, son tardías y débiles.
No es el momento de esperar a expertos y políticos. Es la hora de organizarse y movilizarse por la vida y por el futuro de nuestro pueblo.