Un prisionero político

Desde el 2019, año en que llegó extraditado de Brasil, Mauricio Hernández ha estado recluido en la sección de máxima seguridad de la cárcel de Alta Seguridad. Gendarmería quiere seguir reteniéndolo en ese lugar, cuando es una sección para tránsito o castigo de reos.

Actualmente, Gendarmería está dirigida por Christian Alveal, su director nacional, quien fue puesto allí por Sebastián Piñera en el 2018. Dista mucho de ser intachable. Era jefe operativo de la cárcel de San Miguel cuando murieron quemados 81 reos. Siendo director de la Escuela de Gendarmería seleccionó a la ANEPE y a la vez, era profesor en ella, además se le acusa de poner a sus amigos en puestos de mando y de hacer un montaje para echar a quien estaba como director para poderlo reemplazar. Asistió a una especialización del FBI, sobre terrorismo y crimen organizado, dado en Miami. En general, parece ser que se da más ínfulas de las que tiene, lo que repercute en que tome decisiones que no se ajustan a la legalidad y no es fiable en su actuar, por eso necesita tener amigos o personas que lo apoyen en puestos de poder.

Desde su extradición en el 2019, Mauricio Hernández, miembro del FPMR, ha sido mantenido en aislamiento por Gendarmería. Conociendo los antecedentes de su director y la presión política de mantenerlo en castigo perpetuo, es dable suponer que tratarán de seguir teniéndolo en la sección de máxima seguridad. Pese a que existía la orden de trasladarlo de la Unidad de Máxima Seguridad (MAS) a la Sección de Alta Seguridad, emanado del 7º Juzgado de Garantía de Santiago, esto no se ha concretado. Gendarmería apeló, argumentando no poder realizar el traslado, puesto que ya se había resuelto por la Corte de Apelaciones. Solo es un entuerto burocrático para mantener al “Comandante Ramiro” donde quieren tenerlo.

Cuando en la actualidad, no solo los políticos, sino también “empleados fiscales” en este caso gendarmes, siguen hostigando y persiguiendo a quienes luchan y han luchado por su pueblo, la conclusión es que no han entendido nada de la realidad. Ni de lo que está ocurriendo en el mundo, ni de lo que ocurre en su propio país.

Tal como hoy día castigan a los que salieron a protestar en el levantamiento popular del 18 de octubre, con cárcel y persecución, de la misma manera en las últimas décadas lo hicieron con los que lucharon contra la dictadura militar. Se los castiga por el ejemplo de dignidad y de justicia que otros pueden seguir.