A la renuncia, ayer, del negociador de Iván Duque, Miguel Ceballos, hoy el mandatario sumó el despido del director de la Armada del puerto de Buenaventura, Juan Francisco Herrera. En un claro ejercicio de deliberación el vicealmirante Herrera, con ayuda de la policía y la Esmad, el 19 de mayo pasado, incrementó de nivel 1 a 2 la seguridad del puerto. No es chiste dejar como chaleco de mono el principal puerto de Colombia, hay mucho en juego. Duque lo sacó del cargo.
El miércoles 19 de mayo pasado, el puerto de Buenaventura, el más importante de Colombia registró uno de los escenarios más violentos de su historia. En el marco de las movilizaciones populares, un grupo de personas violó el sistema de seguridad y entró a la fuerza al puerto ubicado en el conflictivo, por estos días, Valle del Cauca. El grupo de movilizados bloqueó el ingreso con contenedores y pararon la actividad del puerto totalmente.
Ese día, en plena ola de movilizaciones, el vicealmirante Herrera, sin consultar a la autoridad, deliberó y decidió aplicar medidas más extremas para la seguridad de las instalaciones portuarias con ayuda de la Policía Nacional y de la cuestionada Esmad. El puerto de Buenaventura mueve la mitad de la carga de exportación de todo el país y es el principal destino de los buques que vienen de Asia.
Su deliberación le costó el cargo. Aumentar el nivel de seguridad de los puertos no es cosa bien vista. Un alto nivel de riesgo proyecta una imagen de descontrol sobre su logística hacia el exterior y ahuyenta a los inversores. Colombia ya perdió los réditos económicos que le traería ser sede para Copa América. Duque no puede permitirse más flancos abiertos en su ya debilitada gestión. Está entre la espada y la pared.
Así las cosas, cortó por lo sano y pidió la renuncia de Herrera. O sea, lo despidió. Con el paso de los días, la movilización del pueblo va haciendo evidente la incapacidad de régimen para controlar la situación. Ayer renunció Miguel Ceballos, Comisionado para la Paz de Duque y encargado de implementar la mesa de negociación con el Comité Nacional del Paro con objeto de avanzar en una “solución a la crisis” por la que atraviesa Colombia.
En una carta a la que tuvo acceso un medio impreso colombiano, el vicealmirante explica como mejor puede la decisión que tomó ese día. “A pesar que tratamos de no subir el nivel de protección a nivel 2, el día 19 de mayo después del mediodía cuando vándalos ingresaron al puerto ya era un altísimo riesgo que nos obligó hacerlo en prevención de un mal mayor ya que había mercancías peligrosas en contenedores, ¿se imaginan esos desadaptados hubieran logrado incendiar un contenedor como vimos había pasado en CAIS de la Policía o buses urbanos incendiados?”.
Al parecer las explicaciones no dejaron satisfecho a Duque. En una sentida carta, Herrera abundó en su pesar por la decisión del ejecutivo de sacarlo del cargo. “…Bueno mis amigos y compañeros, ahora seguiré mi vida en otras actividades con el dolor y tristeza de no poder seguir buscando soluciones y si mi salida contribuye a que el Puerto de Buenaventura mejore habrá tenido un sentido, desde la vida civil empezaré nuevos proyectos en los temas marítimos y costeros. Un abrazo para todos y feliz fin de semana en medio de lo difícil”.
Así el pueblo, como el agua, que tanto va al cántaro que termina por romperlo, con su acción decidida y sostenida va rompiendo, el pueblo, la estructura de un régimen que hace mucho ya no le sirve.