Los escándalos y pugnas en el gobierno dejaron al descubierto una dura verdad. Su papel es tan irrelevante que, mientras peor va la cosa, menos importa lo que haga o deje de hacer.
A la prensa burguesa no le importan las elecciones. Para los periodistas, son un fastidio: hay que trabajar todo el santo día hasta después de la medianoche, y el lunes hay que entrar temprano, para redactar los “análisis”. Además ¡tantos números! Para eso, habrían estudiado otra carrera. Ingeniería comercial, por ejemplo.
Tampoco le importa informar sobre los conflictos políticos, cuando chocan intereses, objetivos, planes, proyectos. Esos se extienden más allá de los partidos y sus dirigentes. De hecho, ocurren normalmente fuera del Congreso o La Moneda, en lugares de difícil acceso. Por ejemplo, las oficinas de los directorios, las salas de los tribunales, los cuarteles militares, en los foyers y privados de hoteles, restoranes finos y clubes exclusivos, pero también en juntas de vecinos, sedes sindicales o, simplemente, en la calle.
Tampoco le importa, aunque les guste el tema, el asunto del poder. Por ejemplo, qué hacen y quiénes son los que verdaderamente mandan a los políticos. Muy poco se habla de eso. No hace falta explicar por qué.
Lo que sí le importa a la prensa burguesa, le fascina, le obsesiona, incluso, son los cambios de gabinete.
Por eso, fue como un balde de agua fría que el presidente Gabriel Boric declarara este martes que no va a realizar un cambio de gabinete.
¿De qué vamos a escribir entonces? se preguntaron los corresponsales “de palacio”.
En la “La Tercera” decidieron que, a pesar del desastre, había que dar la pelea hasta el final. Así, escribieron, Boric hizo una “jugada”, “subió la apuesta”, “pasó a la ofensiva” y “enredó a la derecha”. En “El Mostrador”, con un enfoque más médico, diagnosticaron que La Moneda “respira”, mientras que “El Mercurio” afirma que Boric “no cedió”.
Eso último sí sería una novedad.
Sin embargo, muy pronto quedaron expuestas las verdaderas razones. La mantención de Carolina Tohá no sería un problema, porque la UDI garantizó que no apoyaría una acusación constitucional en su contra.
Y los demás ministros, que debieran renunciar ante del 15 de noviembre para seguir una carrera parlamentaria, desistieron de ese afán. Se dieron cuenta que haber pertenecido al gobierno de Boric es piantavotos.
Así que mejor quedarse y cobrar.
Poco más de año antes de su conclusión, lo que ocurra con este gobierno ya no lo importa a nadie.