Las revelaciones de corrupción en la derecha han lanzado al “sector” a un enfrentamiento sin tregua. La fiscalía informó que Andrés Chadwick Piñera es un imputado en las coimas del grupo Patio; peligra la guarida UDI en la Universidad San Sebastián; y Evelyn Matthei concentra la ira reaccionaria luego de un confuso intento de separarse del desastre de Marcela Cubillos.
Ese es el problema con la Evelyn. Cualquier cosa la saca de las casillas y lo echa todo a perder. Y eso que se había tomado su tiempo para prepararlo todo tan bien.
Decidió que había llegado la hora de monetizar el escándalo de Cubillos, la misma que amenaza sus pretensiones presidenciales.
Y tenía una idea de cómo podía hacerlo de manera eficaz, pero sutil.
Comenzó la jornada en CNN, donde estrenó una buena frase: “cuando yo fui profesora, ganaba 500 mil pesos”.
¡Toma!
Un poco más tarde, inauguró un monumento de ¡Mafalda! en Providencia. Y aprovechó de continuar con su elaborado discurso: “la libertad es importante, pero también la justicia y el mérito”. Sutil, pero eficaz.
El único problema fue que su pronunciamiento fue demasiado sutil para una de las periodistas presentes. La profesional no había captado el mensaje de Matthei y la interpeló: “usted no ha contestado mi pregunta” sobre Cubillos.
Esa pesadez hizo que todo se volviera negro para Evelyn. Podría haber dicho “a buen entendedor, pocas palabras”, pero ya había quedado envuelta en una pegajosa bola de oscura de rabia y ofuscación: “¡y no la voy a responder tampoco!”, exclamó, enojada.
Y, a continuación, se perdió en un pantano; nadie entendió qué quiso decir. Parecía que estaba defendiendo a Cubillos, metió a los cantantes y a los futbolistas, que nada tienen que ver, en el baile… Todo mal.
Al rato, le había respondido el sindicato de futbolistas. Que no se metiera con ellos, le dijeron. Y aliados y contrarios estaban confundidos.
Después del almuerzo, Matthei convocó nuevamente a la prensa. Iba explicarlo todo, pero, esta vez, mejor: llevaba un torpedo para que no se le fuera en collera su relato.
Funcionó, más o menos.
Pero el nerviosismo es evidente. Le preguntaron por un proyectado convenio del municipio Providencia con la Universidad San Sebastián. Unos fondos contra el alcoholismo -unos $300 millones- querían destinarlo a un programa de “formación de líderes” de la USS.
Chamullento.
Matthei se las sacó con que no se había traspasado -todavía, habría que agregar- “ni un solo peso” a la USS y declaró la denuncia del -posible- convenio como una “infamia”.
Sobre Chadwick, cuando le preguntaron, fue más escueta: “caiga quien caiga”.
Y ese, que había renunciado a su puesto de presidente de la Junta Directiva de la USS en la víspera, parece que, en efecto, podría caer.
Según se informó, serían las coimas, coordinadas por Hermosilla, para mover un proyecto inmobiliario del grupo Patio en Lampa, lo que se le imputaría.
Esas revelaciones ya le habían costado el cargo al ex ministro de Vivienda Felipe Ward. En rigor, los cargos: uno como vicerrector de la mentada universidad, y otro millonario “empleo” en la municipalidad de La Florida.
¿Qué más se descubrirá en la USS cuando se investigue -o si se investigue, mejor dicho- la trama de Cubillos y los demás pagos políticos en esa excelsa casa de estudios?
Digamos que están presionados en la derecha.
Y ahí es cuando se pone peligrosa esta gente.
Mejor mantenerse bien lejos, porque cuando sacan los sables y los puñales puede pasar cualquier cosa.
Es el consejo que le hemos dado ya varias veces a nuestra temperamental amiga Evelyn. Pero, claro, ella no puede alejarse. Está en medio del quilombo mismo.