Sería chistoso, sino fuera algo serio. La intrusión de una aeronave al espacio aéreo nacional en Magallanes desató una alarma militar. El único problema: nadie sabe qué fue. ¿Un avión de guerra, un helicóptero, un dron, un pájaro? ¿Fueron argentinos o, quizás, ingleses? Da lo mismo. Que la incompetencia no frene las efusiones patrioteras, mientras Estados Unidos prepara amplias maniobras navales en la zona.
Tras el incidente, la ministra de Defensa, Maya Fernández, declaró que la Fach “activó los protocolos y defendió nuestra frontera y soberanía como corresponde”. La verdad es que no corresponde.
Si no se puede distinguir entre un avión civil o militar, propio o ajeno, o si, siquiera, se trata de una ocurrencia normal o excepcional, bueno, no corresponde.
El incidente, pese a ello, es presentado como una posible transgresión del espacio aéreo realizada por aviones militares argentinos. La situación recuerda a la instalación de una base de observación militar en el Estrecho de Magallanes, efectuada a milímetros del límite con Chile y sus correspondientes paneles solares, dentro de territorio nacional.
Luego de unos idas y vueltas, el gobierno de Milei sacó los famosos paneles. Lo que se comentó, sin embargo, es que el supuesto error de las fuerzas militares argentinas ocurrió a metros de una base de observación de la Armada chilena… que no observó nada hasta meses después.
Todo esto ocurre en vísperas de los ejercicios militares estadounidenses, en conjunto con las Fuerzas Armadas argentinas, bautizados como “Southern Seas”, que incluye al portaaviones USS George Washington.
Habrá que esperar que esas maniobras, en el límite con Chile, las Fuerzas Armadas sí las vean, al menos.