Se acusan solos
Montaje en Villa Francia: el gobierno es responsable

En la medida en que pasan los días, queda en evidencia la magnitud del montaje que sirvió de pretexto para el ataque represivo en contra de Villa Francia. El gobierno se ufana de su “golpe”. No se molesta en esconder que el origen de la provocación está en La Moneda.

27 de julio de 2024

La Corte de Apelaciones de Santiago ordenó la prisión de nueve personas, cuya detención había sido declarada ilegal. Estarán presos, en principio, durante los días que durará la investigación.

El tribunal hizo suyo el relato de la fiscalía y del Ministerio del Interior y desechó, sin más, la resolución de primera instancia.

El juzgado de garantía había declarado la ilegalidad de su detención en las instalaciones de Radio Villa Francia. Los funcionarios de Carabineros habían dado versiones contradictorias -e imbéciles- para justificar su arresto: la supuesta existencia de unos “bolsos negros” en que, de acuerdo a la versión oficial, habría estado parte del “arsenal” presentado posteriormente por la policía como el trofeo de su violenta incursión en el comedor Luisa Toledo y Radio Villa Francia.

Ambos lugares fueron vandalizados por los funcionarios policiales. En el caso de Radio Villa Francia, hubo un segundo allanamiento en que los policías terminaron por destruir mobiliario, equipos y parte de la estructura de la casa.  

La fiscalía no ha ofrecido una explicación plausible de cómo se habría enterado de la existencia de los supuestos “arsenales”. De hecho, las órdenes de allanamiento fueron expedidas el pasado 5 de julio, pero recién se ejecutaron en la madrugada del domingo, coincidiendo con las actividades por el recuerdo de Luisa Toledo y el hecho, circunstancial, de que un grupo de estudiantes pernoctara en la sede de Radio Villa Francia.

La periodista Marianela González, que ha informado sobre el desarrollo del caso en su cuenta de twitter (@ianela), dio cuenta del hallazgo, realizado por vecinos después del primer allanamiento, de una misteriosa caja de plástico, de grandes dimensiones, recién enterrada en el patio de la casa que alberga a Radio Villa Francia. En la segunda incursión, los policías se llevaron el contenedor.

Las defensas de los imputados han exigido que se muestren los registros audiovisuales realizados por Carabineros durante los allanamientos. El fiscal del caso se ha limitado a señalar que él no tiene conocimiento de la existencia de esas grabaciones.

El “arsenal” incluye, por cierto, “un bidón con líquido inflamable”, una bomba lacrimógena de Carabineros, lo que parece ser una carabina Mauser chilena 1912 (el número de esa pieza de colección se refiere, en efecto, al año en que se lanzó al mercado), además de ciertas armas, escopetas, pistolas y revólveres que, en teoría, sí podrían funcionar, si alguien se animara usarlas y contara con la munición adecuada, un elemento importante que, sin embargo, brilla por su ausencia en el “arsenal” presentado al público.

Lo mismo ocurre -es decir, no están- con las “bombas listas para utilizar”, de las que habló la ministra del Interior, Carolina Tohá.

Al revés, la naturaleza y la calidad del “impactante arsenal”, como lo llamó ella, apuntan a que fue colocado en el lugar por los propios funcionarios de Carabineros. Ahí está el meollo del montaje. Y corresponde, por ley, al Estado probar que eso no fue el caso.

Un montaje, sin embargo, no se compone sólo de la falsificación de evidencia, sino también de la creación de un relato que justifique la inculpación.

De acuerdo a la ministra Tohá, “esta es una investigación, ocasionada por la postura de una bomba a fines del año pasado que, en virtud de ella, se hace seguimiento a sospechosos y se descubre que participan en estos lugares icónicos de Villa Francia -en el comedor, en la radio- y en el curso del operativo se encuentra, como se esperaba, arsenales muy importantes en ambos lugares. Pero no es que se encuentre una pistolita, una munición, son verdaderos arsenales ¿ah?”

Se trataría de un hecho ocurrido el 29 de diciembre en una automotora ubicada en avenida 5 de abril.

Lo que es extraño es que el propio gobierno, a través del subsecretario del Interior, en ese momento ministro del Interior subrogante, Manuel Monsalve, declaró, ese mismo día, que el “objeto sospechoso” que motivó un operativo del Gope, no era, al final, un “artefacto explosivo”.  

El relato oficial, entonces, nos propone que creamos que esa “no-bomba” suscitó una investigación de más de seis meses, con “seguimientos a los sospechosos” y la realización, como informó el fiscal de la causa, de avanzados análisis de material genético, sacado de un guante que fue recuperado en el techo de una casa sobre el cual habría sido lanzado; material genético que posteriormente fue comparado con la basura domiciliaria de uno de los imputados…

¿Y todo eso a cargo de Carabineros de Chile?

En la literatura, en el cine, en el teatro, siempre cuando se inventa una historia se hace necesario un mecanismo llamado la suspensión de la incredulidad, una acción casi inconsciente que permite que el espectador pueda seguir y disfrutar de una historia ficticia sin reclamarle a cada rato a los actores y al director que todo eso que cuentan simplemente no puede ser verdad.

Es demasiado, en realidad, lo que nos pide el gobierno.

¿Por qué no habríamos de suponer, racionalmente, sin ficciones, fundado en hechos, que el gobierno lanzó una provocación en contra de las organizaciones populares, siguiendo los esquemas ya conocidos, usados en mil ocasiones anteriores, de los sótanos concertacionistas, llenos, literalmente, de sapos y culebras repelentes, hoy conocidos como “especialistas en seguridad”?

El desmentido de la propia Tohá de esa, digamos, hipótesis, es muy revelador: “esto no es un montaje”, resopló.

Y explicó, como si lo supiera de primera mano, el modo de efectuar correctamente estas operaciones: “para hacer un montaje de esta naturaleza, con esta cantidad de armamento, es prácticamente imposible. O sea, requeriría un nivel de complicidad en el entorno del lugar que evidentemente no existe”.

Es muy desconcertante que la ministra refiera con tanta precisión los supuestos impedimentos “prácticos” del montaje.

“No fue un montaje”: ministra del Interior, Carolina Tohá

Se supondría que el gobierno no orquesta montajes porque eso sería, pues… ilegal, y no porque es muy difícil.    

Y, además, incorpora, sin que nadie se lo pidiera, un factor que podría pasar inadvertido: la “complicidad en el entorno del lugar”.

¡Ajá!

Ocurre que los vecinos de Villa Francia, al menos, tienen perfecta constancia de una “complicidad” con la policía que es permanente, regular y constante; y que está, desafortunadamente, muy emplazada “en el entorno del lugar”, de hecho, en los entornos más próximos de los lugares específicos que fueron atacados por Carabineros.

Se trata de las bandas narcos que operan impunemente, o sea, con la complicidad de las fuerzas de seguridad.

Las confesiones involuntarias de la ministra Tohá se deben, seguramente, a la presión que experimenta. Eso siempre ocurre cuando la ejecución final de los planes depende de los pacos, que siempre malogran todo.  

Además, la progresiva descomposición interna del gobierno alienta conflictos, como los que tiene con el PC o en el Partido Comunista.

Así Tohá, para no perder el control de la jugada, se la pasa en los sets de televisión y los estudios de radio, tratando de conjurar con palabras -muchas, demasiadas palabras- los riesgos inminentes de las maniobras del Ejecutivo.

Su segundo, el hombre que, se supone, está directamente a cargo de estas cosas, el subsecretario Monsalve, es menos nervioso que su jefa y se mantiene calleuque el loro.

Sin embargo, toda esta basura nos trae, en total, 12 nuevos presos políticos. Y más razones, si hicieran falta, para enfrentarnos a este régimen criminal.