Los estudiantes secundarios han mantenido vivo en estos años la rebeldía y se han erigido como una fuerza de la vanguardia de la clase trabajadora. Esta semana siguieron dando el ejemplo de lucha.
El metro de Santiago en la semana cerró estaciones y requirió la ayuda de 172 pacos que fueron movilizados para impedir que los estudiantes evadieran los torniquetes en las estaciones del metro, pero no pudieron evitar lo inevitable.
El gobierno con uno de sus voceros, el ministro de educación, el comunista Nicolás Cataldo argumentó que “este no es el camino adecuado, además Metro es una institución que funciona y le ayuda a millones… bla, bla, bla”. La misma cantinela de los gobiernos de derecha y de la concertación, “no es la forma”. Mientras que el alza de diez pesos, pese a que parecer ínfima para algunos significa en las familias un desembolse real mensual que implica no comprar algo necesario. Los pobres se hacen más pobres y los ricos más ricos en este tipo de gobierno, que sigue beneficiando a la burguesía, sin siquiera dudar de ello.
Quizás lo que no ve este gobierno igual que los anteriores, es la conciencia de los jóvenes. Ellos son los que se dan cuenta cuando hay que estirar el billete para llegar a fin de mes, ellos son los que tienen que llegar a las casas y cuidar a sus hermanos mientras sus padres están trabajando, son los que a veces no ven un futuro cierto y se deprimen, y pese a todo ello confían en lo que sus padres pregonan: que la educación los hará ser mejores que ellos. Esa conciencia de clase no la tienen quienes hoy día detentan el poder, nunca han tenido que ver los esfuerzos de sus padres para “parar la olla”, el mundo es bonito cuando se va a escuelas pagadas y piensan en viajes al extranjero, en saber idiomas y en la política de los partidos, cuando se tiene el futuro asegurado.
Cuando los estudiantes llaman a evadir el metro realizan la labor de mostrar a todos que el gobierno y los políticos se “cagan de miedo” por el simple hecho de que alguien o un grupo de niños vulnera sus leyes de clases. El Estado podría darles pasajes gratis a los estudiantes para que no molesten más, pero eso significaría un precedente para los trabajadores que se darían cuenta que los medios de transporte como el metro o los buses solo son un negocio, no son un servicio para las personas que lo pagan. El mismo gobierno obtiene sumas ingentes con que se solaza diciendo que puede ampliar las rutas, lo que está bien, pero además paga sumas altas a una manga de funcionarios políticos y obtiene dividendos que solo los beneficia a ellos.
Al igual que el transporte público, la educación, la salud se han convertido solo en negocio para sacar dinero a los trabajadores y empobrecerlos, cuando en la realidad deberían ser servicios que están pagados con los impuestos y con el trabajo diario, y ser parte de un servicio obligatorio del Estado con sus ciudadanos.
Para la burguesía los estudiantes con sus acciones son una amenaza y no les importa mandar a sus pacos para que les peguen y los detengan. Para nosotros son importantes, porque son nuestros hijos e hijas. Deberían tenerlo en cuenta.