¿Cómo debe sentirse un gobierno que, luego de dar a conocer uno de los planes más vendepatrias, yanaconas y, bueno, neoliberales que se hayan conocido, sea tildado de estatista, nacionalizador y chavista? Mal, pues. Sólo en Washington los comprenden.
La culpa la tiene la prensa. En este caso, la agencia Reuters. La tradicional compañía, que se precia de sus primicias históricas, transmitidas primero por palomas mensajeras y después, con el telégrafo entre las bolsas de París y de Londres en el siglo XIX, tituló su informe sobre la “estrategia nacional del litio” del gobierno así: “CHILE QUIERE NACIONALIZAR SU VASTA INDUSTRIA DEL LITIO”. Al día siguiente, dobló la apuesta: “EL PLAN DE CHILE DE AUMENTAR EL CONTROL ESTATAL SOBRE EL LITIO ASUSTA A LOS INVERSIONISTAS”.
Esa noticia pobló las páginas de la prensa especializada en el mundo: el Wall Street Journal, de Nueva York; el Handelsblatt, de Düsseldorf; el Financial Times, de Londres, todos tocaron la misma tecla.
Se puede entender que los corresponsales y los analistas financieros interpretaran las cosas de esa manera.
Primero, su comprensión suele ser más literal. Carecen de la sutileza para entender esas pequeñas inflexiones de nuestros gobernantes que hacen que el anuncio de la formación de una “empresa estatal del litio” signifique dar vía libre a su privatización.
Y segundo, nacionalizar el litio es lo que se lleva en el mundo. ¿Por qué sería raro que Chile fuera en la dirección contraria?
La nota de Reuters indica, bien al inicio, que el anuncio “representa una renovada amenaza para los fabricantes de vehículos eléctricos que pelean por asegurar materiales seguros para baterías, en la medida en que más países quieren proteger sus recursos naturales. México nacionalizó sus yacimientos de litio el año pasado e Indonesia prohibió la exportación de nickel, un material clave para baterías, en 2020”.
El Financial Times ve más amenazas: “los gobiernos izquierdistas de Bolivia, Argentina y Chile han conversado sobre la idea de un cártel latinoamericano de productores de litio, al estilo de la OPEP, para coordinar precios, pero los diferentes marcos legales de la industria en los tres países han impedido un progreso”.
En consonancia con tan terribles noticias, la acción de SQM casi se pulverizó el viernes.
Los jefes de las asociaciones empresariales dijeron que se sentían engañados por el presidente Boric. El miércoles, el gobierno habían autorizado las faenas de Los Bronces, pese al informe medioambiental negativo y el daño a los glaciares; el jueves en la mañana, Boric había sido celebrado por el auditorio de la Enade, en Casa Piedra o Metropolitan Santiago, como se llama ahora; ¡y, luego, este desastre!
Como si los jefes de la Sofofa y la CPC no hubiesen sabido de antemano en qué consistía exactamente la “estrategia nacional del litio”.
“¡Ay, Dios! ¡ay, Dios! ¿Por qué todo sale mal?” En La Moneda estaban de muerte. “¡Hicimos todo lo que pedían y ahora nos presentan, poco menos, como Evo Morales!”
El ministro de Hacienda fue hacer control de daños en el vespertino La Segunda. “La legislación chilena, desde 1977”, explicó Mario Marcel, “reserva la extracción de litio para el Estado y lo define como un mineral no concesible, al contrario de lo que ocurre con el cobre, por ejemplo. En estas circunstancias, el marco para la participación del sector privado es más restringido”. Es decir, no estamos nacionalizando, estamos privatizando.
Así es, lo leyó antes aquí.
Pero el gobierno debiera consolarse. La increíble confusión sobre la “estrategia nacional del litio” sólo abarca al público general.
No a los que saben.
El organismo que representa a los capitales estadounidenses en Chile, AmCham, declaró que “estamos convencidos de que esta Política Nacional del Litio permitirá también fortalecer los profundos vínculos y valores que ya comparten Chile y Estados Unidos”
“Esta iniciativa posibilitará la llegada de nueva y mayor inversión estadounidense, la cual contribuirá al país en mayor sostenibilidad e innovación tecnológica. Estados Unidos, más allá de ser un socio comercial, se consolidará como un socio estratégico en materias de relevancia nacional, tales como alcanzar la meta de carbono neutralidad que Chile se ha impuesto para el año 2050”, señaló la entidad en un comunicado.
¡Ajá! Están “convencidos” los gringos, entonces.
Pero ¿cómo se convencieron?
En su enfrentamiento económico en contra de China, el gobierno de Joseph Biden ha lanzado un gigantesco programa de subsidios industriales proteccionistas. El objetivo es trasladar a territorio estadounidense parte importante de la producción manufacturera. Especial interés merecen la industria de semiconductores y la producción de vehículos eléctricos, incluyendo sus baterías de litio.
El programa de apoyo estatal al capital estadounidense, denominado eufemísticamente Ley de Reducción de la Inflación, sólo autoriza el uso de litio local o proveniente de países con ciertos tratados de libre comercio. En concreto, Canadá, Australia, México y… sí, Chile.
Por esa razón, el Senado en Washington ha acelerado la tramitación de un tratado de doble tributación con nuestro país que beneficiará a capitales norteamericanos.
“Las empresas estadounidenses se enfrentan a una doble tributación en Chile y están en desventaja frente a compañías de otros países como China. No queremos que China obtenga ese litio; lo necesitamos”, sentenció el jefe de la mayoría demócrata en la cámara alta, el senador Chuck Shumer.
Y ese es el trasfondo de la brusca caída de las acciones de SQM, pese a que la “estrategia nacional del litio” protege sus intereses inmediatos: un cuarto de sus acciones pertenece a la compañía china Tianqi.
Los especuladores siempre saben más; digan lo que digan los diarios, piensen lo que piensen los gobiernos de utilería de los países colonizados.