Cinco grandes movilizaciones en un mes han sacudido a Francia. Para inicios de marzo se ha convocado a una gran huelga general. El gobierno, sin embargo, pretende apurar la tramitación de su proyecto de “reforma de pensiones” en el parlamento.
El sistema de pensiones francés está catalogado como el más generoso de Europa y, seguramente, de los países capitalistas. Lo que debería ser una norma para una vejez digna de los trabajadores, encuentra en el país galo, su expresión.
Sin embargo, el presidente Emmanuel Macron y los representantes políticos serviles a los intereses de la burguesía, consideran que esta situación debe cambiar. No consideran justo que los trabajadores franceses gocen de una vejez un poco más digna que la de sus vecinos y, obviamente, no conciben la idea de que la clase trabajadora tenga derecho a una jubilación que permita vivir sin sobresaltos.
Bernard Chevalier, un pensionista en medio de una protesta en Niza, es claro en su discurso: “Estamos agotados por el trabajo […] la jubilación debería ser una segunda vida, no una sala de espera para la muerte”.
El proyecto de ley en cuestión, y al que se están oponiendo tenazmente varios de los principales sindicatos del país, propone aumentar en 2 años la edad de jubilación, lo que se traduciría en que la mayoría de los trabajadores franceses debieran jubilarse a los 64 años y no a los 62 como es en la actualidad. Argumentan que el sistema es demasiado generoso y que necesitan obtener más recursos para salvarlo. No les basta con la fuerza de trabajo que entregan las personas durante más de 30 años, desde donde los mismos que proponen estos cambios, se hartan de obtener números azules y cuantiosas ganancias para sus bolsillos.
El líder sindical de la Confederación General del Trabajo (CGT), la más combativa del panorama sindical del país, Philippe Martínez declara que: “esta reforma pondrá patas arriba la vida de varias generaciones. Si el gobierno se obstina en seguir adelante, intensificaremos nuestra protesta con acciones más largas y más duras”. El camino de la protesta ya se encuentra abierto en Francia, las sucesivas manifestaciones que vienen dándose desde el año pasado, así lo demuestran.
Tanto ha sido el movimiento en el país de la baguette (desde donde viene nuestra marraqueta, pan batido o pan francés) que el fantasma de la protesta popular también aterrizó en Gran Bretaña, donde los trabajadores de la salud han levantado la huelga más grande en los 75 años de historia del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés), ellos exigen salarios dignos, además de la mantención y la mejora del sistema sanitario, el cual también está siendo amenazado por los intereses privatizadores de la burguesía británica.
Las cosas están moviditas por Europa, el fantasma de la movilización popular ha llegado y al parecer no tiene intenciones de retirarse. La clase trabajadora europea deberá asumir la posición que le corresponde para defender y profundizar las conquistas conseguidas a lo largo de la historia. Lo que es común tanto para Europa, como para todos los países del mundo, es que la lucha de las y los trabajadores, es ¡Por el sacrificio de nuestros padres y el futuro de nuestros hijos!