Hacen lo que quieren, los camioneros. Protegidos y auxiliados por la policía, cortan carreteras, amenazan y reciben trato de alfombra roja del gobierno. Para los secundarios que reclaman sus derechos, sin embargo, sólo palos y represión.
El guión ya es conocido. Desde antes de asumir, el gobierno de Boric negoció con los grandes gremios de camioneros, asegurándoles sus prebendes y privilegios. Era en la época en que Izkia Siches la llevaba.
En La Moneda debieron sentirse muy satisfechos con su capacidad de “gestión política”. Pero como todo lo hacen mal, no calcularon, que los mismos con los que habían cerrado un acuerdo lanzarían a la carretera a otros grupos, supuestamente díscolos, para sonsacarles aún más concesiones.
Es el truco más viejo que el hilo negro, pero el gobierno cayó igual.
Ahora, sin mayor provocación, porque sí, lo hacen de nuevo. Una “agrupación del norte” y otros, “de Paine”. No les cuesta nada cruzar las máquinas y esperar que llegue Carabineros, para que les compren cigarros y les ayuden con el bloqueo.
Y, al poco rato, el gobierno -el mismo de “esto es in-ace-ptable” y de “todo el peso de la ley- corre para satisfacer los apetitos empresariales. No va el delegado presidencial. Tampoco el seremi.
No. El jefe mismo, Mario Marcel, ministro de Hacienda, los atiende.
Para regalársela a los mafiosos del rodado, sí tienen plata.
Mientras, con los estudiantes secundarios movilizados, palos y represión.
Invasión de colegios, lacrimógenas, amenazas y muchachos presos o enviados al Sename.
Ya va quedando establecido quién está de qué lado.
Siempre es bueno tenerlo claro.