Ayer hablamos de cómo en Chile les regalan la plata a los especuladores, sólo después de llorar que “no hay”, cuando se trata de satisfacer alguna necesidad social. Bueno, eso ocurre también con las grandes potencias industriales. El sistema financiero del Reino Unido estuvo hoy a un tris de derrumbarse. Lo salvó el Banco de Inglaterra con 65 mil millones de libras esterlinas (70 mil millones de dólares), recién salidos de la imprenta.
Nadie se recordaba bien de que el Reino Unido tenía un nuevo gobierno, encabezado por Elizabeth Truss, una política de segunda línea que llegó a ser primer ministra luego de la espectacular implosión de Boris Johnson. En la foto de arriba se le ve con su esposo. La mansión, al fondo, es su… casa.
Pero era fácil olvidarse. Truss se presentó ante la Reina Isabel, la jefa de Estado, sólo para que ésta, al día siguiente, se muriera; no digamos de la impresión, porque eso no nos consta.
El punto es que el fallecimiento de la monarca abrió un largo período de ceremonias, marcada por la pompa y circunstancia sólo imaginada en una película monumental de David Lean. Para los que no conocen a ese director, digamos sólo que filmaba en cinemascope o panavisión, formatos especialmente anchos, para que cupieran los miles de extras en la imagen.
Concluidas las festividades fúnebres, el gobierno de Truss juzgó que era un buen momento para develar su presupuesto.
El proyecto, presentado la semana pasada, sorprendió a todo el mundo. Se sabía que a Truss le gusta vestirse como Margaret Thatcher y que incluso comenzó a copiar su acento nasal. Pero el presupuesto, un nuevo plan de ajuste, como todos desde inicio de la década pasada, con la excepción del breve mandato de Boris Johnson, superó las expectativas.
Truss y su ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, parecían querer tomar todo lo que tiene de mito el “neoliberalismo” y hacerlo realidad, por una vez. Por lo pronto, incluyó regalo impositivo para los ricos por 45 mil millones de libras esterlinas, que simplemente no estaba financiado.
El Fondo Monetario Internacional llamó a la alarma: no es el momento, dijo, ante la evidencia de una incipiente recesión mundial, para ese tipo de medidas. Cuando el FMI te dice que tu ajuste se está pasando de la raya, es que, seguramente, sí fuiste demasiado lejos.
En el caso de Truss, exactamente un paso más allá del abismo.
El proyectado gigantesco traspaso de recursos fiscales a los burgueses, efectivamente, amenaza al Estado británico con la quiebra.
Para los especuladores financieros, la amenaza es la realidad. Por eso, comenzaron a deshacerse, en una frenética carrera, de los gilts, la sigla en inglés para deuda estatal en libras esterlinas, es decir, los bonos de deuda pública.
La corrida fue tan exhaustiva que estuvo a punto de hacer quebrar los fondos de pensiones privados, o sea, las AFP británicas, que mantienen gran parte de su cartera en los famosos gilts, por ser, se supone, este… seguros.
“En algún momento de esta mañana pensé que éste era el inicio del fin”, señaló un alto banquero citado en el periódico Financial Times, quien evocó el derrumbe del banco de inversión Lehman Brothers en 2007.
El Banco de Inglaterra frenó la caída con una medida desperada: canceló la venta de bonos estatales y lanzó un plan de 65 mil millones de libras, unos 70 mil millones de dólares, para inundar el mercado con bonos baratos de más largo plazo.
Los buitres financieros se declararon satisfechos con esa presa. La libra y la bolsa de Londres detuvieron su caída libre.
Ahora, Truss, con apenas un par de días efectivos en el cargo, tambalea. Un diputado del gobernante partido conservador declaró que el gobierno debía terminar con esta “locura inepta”.
Pero esta insanidad no es el resultado de las acciones de un gobierno, por inepto que sea. Es sólo una muestra de cuán cerca del abismo se mueve este sistema.
Mañana, el gobierno chileno presentará su proyecto de presupuesto. No será al estilo de Truss, porque, por lo pronto, promete grandes dinerales para los pacos y para financiar los aparatos represivos.
Lo que está claro es que es urgente terminar con esta locura.