Precaución, peces en el camino

¡No los agarre, porque son radioactivos! Algo así explicó la autoridad sanitaria y también el gremio sobre los salmones que nadaban libres por las calles de Puerto Montt. Será eso, o simple egoísmo, porque el salmón es sólo un pescado para la exportación.

Un producto para el mercado internacional. Ayer se volcó un camión que trasladaba 8 mil salmones del tipo atlántico (vaya a saber qué significa eso, porque del atlántico no son). Vecinos del sector alto de Puerto Montt grabaron videos y los difundieron en redes sociales. Parecía una escena surreal. Como cuando vuelan los peces o los chanchos o langostas invaden los campos arrasando en un segundo con los sembradíos.

Pero esta vez, son peces en las calles y como coincidió con un frente de mal tiempo, nadaban los peces en las calles. Miles de ellos, sueltos. No era necesaria ni caña de pescar ni redes. Con un poco de habilidad corporal y ¡zas! La pesca pa’ su buena cena.

Pero la autoridad sanitaria y la industria se apresuraron en advertir que no se le ocurriera a nadie agarrar esos animales que están llenos de un producto llamado Lufernuron (efectivamente, suena parecido a Lucifer) que les aplicaron para desparasitarlos. Efectivamente no suena bien.

Ingenuos tratando de salvar la situación, pero ya era tarde, los peces nadaban a su antojo por las calles de Puerto Montt.

«A estos smolts se les había aplicado un tratamiento antiparasitario con el el fármaco Lufenuron durante los días 28 y 29 de junio, por lo que se encontraban en período de carencia. Esto significa que este antiparasitario pudiera resultar perjudicial para la salud de las personas y, por lo tanto, le solicitamos a la población no consumir estos salmones bajo ninguna circunstancia», señaló Carlos Manuel Becerra, el Seremi de Salud de Los Lagos.

La única duda que queda es si esto de Luciferon es verdad o no. Esta gente es muy egoísta. De hecho podemos recordar que fue el republicano carcamaloide Ricardo Lagos quién les hizo una ley a medida, allá por los años 90, para castigar con cárcel a quien pescara salmones que se habían arrancado de los centros de cultivo. Muy noble de su parte.

Es que el pueblo no tiene paladar para ese pescado. Y a decir verdad, aunque sabe rico, mejor que manden esa bazofia llena de antibióticos y colorantes al selecto mercado internacional.