Consultado sobre la posible implementación de un “IFE invierno”, el presidente Boric respondió que no, que dar ayudas estatales para hacer frente a la inflación era “un remedio peor que la enfermedad”. Su gobierno, en tanto, anunció que gastará 5 mil millones de dólares para tratar de estabilizar el precio del dólar. Los especuladores se soban las manos.
Cuando las autoridades empiezan con que sí y con que no en un solo día, definitivamente algo anda muy mal. Es lo que hizo, la semana pasada, el ministro de Hacienda, Mario Marcel. El ex presidente del Banco Central y favorito de “los mercados”, señaló que el gobierno no iba a intervenir en el mercado cambiario.
“El Gobierno no es mucho lo que puede hacer” ante la subida del dólar, explicó Marcel, “porque los fondos soberanos tienen una magnitud bastante acotada”. Lo que quiere decir es que no hay plata, porque todo se gastó en el gobierno de Piñera.
El ministro insistió en que no había mucho que hacer porque, además, “nosotros no tenemos control sobre esos fenómenos que ocurren a nivel global y son los que en el margen están presionando el dólar en Chile”. Marcel se refiere a las alzas de insumos básicos y al aumento de la tasa de interés en Estados Unidos, que incentiva una fuga de capitales especulativos desde las naciones dependientes a la metrópoli.
Mientras levantaba los brazos, como diciendo “a mí, que me registren”, apuntaba al Banco Central. Ese sí, dijo Marcel, puede hacer algo: “tiene reservas internacionales, las líneas de liquidez y tiene otros mecanismos que puede utilizar si así lo resuelve”. Con las líneas de liquidez se refiere a los convenios suscritos con el FMI y una más reciente con el Banco Internacional de Pagos.
Por eso fue raro que pocas horas después el propio Ministerio de Hacienda anunciara que iba a vender 5 mil millones de dólares, como un modo de hacer bajar la cotización de la divisa estadounidense.
El anuncio fue recibido con sorpresa y felicidad por los especuladores financieros. Saben que en muy poco tiempo pueden hacerse de una diferencia jugosa que entra en sus bolsillos.
Es el mismo juego que realizaron esos capitales en Argentina durante el gobierno de Macri, que despilfarró la increíble suma de 57 mil millones de dólares, obtenidos en un crédito del FMI en 2018. Todo ese dinero, todo, se traspasó del Estado a intereses privados que apostaron en contra del peso (y a favor del dólar). El crédito del FMI, sin embargo, el Estado argentino debe devolverlo igual, con intereses y un dólar… por las nubes. Muchas gracias.
Una semana después del anuncio de Marcel, el dólar alcanzó durante este viernes su máximo nivel histórico. Visto en términos reales, es decir, descontando la inflación, en mayo el dólar estuvo en su mayor nivel en 31 años y se ha ido acercando a las cotizaciones que hubo en el período de la dictadura, luego de la gran crisis que terminó con el tipo de cambio fijo a 39 pesos.
Los factores inmediatos del alza del dólar son una demanda un poco más lenta de la economía china, lo que ha provocado un derrumbe, atizado también por la especulación, de los precios del cobre; el alza de las tasas de interés en Estados Unidos; y la incipiente recesión mundial.
Sus consecuencias, también inmediatas, son más alzas, ya que los productos importados se vuelven más onerosos.
La verdadera causa, sin embargo, es la dependencia y al atraso de Chile, un país que ha sido condenado por su clase dominante, por capitales extranjeros y por un régimen político corrupto y servil a la exportación de materias primas básicas, con un creciente costo sobre la naturaleza, los trabajadores y las finanzas del Estado, que subsidia y favorece ese saqueo.
El actual gobierno ha demostrado que, más allá de las promesas y los discursos, está empeñado en profundizar esa condición.
Esto quedó expuesto, nuevamente, en la reacción del presidente Boric ante los rumores de que el gobierno emitiría un bono o “IFE invierno” para que la población pudiera aminorar el impacto de una situación económica que se hunde y las alzas, que no se detienen.
El mandatario indicó que esa ayuda “sólo agravaría más el problema” de la inflación, un fenómeno que, agregó con desprecio a la lógica y a las diversas teorías económicas, se debe fundamentalmente “a causas externas”.
La proposición es absurda: si las causas de las alzas no se deben al mercado interno, un aumento del dinero circulante -que, en cualquier caso, no sería muy grande, no tanto como se despilfarra en las febriles apuestas en contra del dólar- para comprar pan, té y parafina, o sea, en el mercado interno, el efecto sobre los precios debiera ser menor.
Pero el presidente, claramente, cuando se trata de defender los intereses de los capitales, no somete sus afirmaciones a un control racional. Se lanza nomás- con el cierre abierto, por decirlo de algún modo.
No obstante estos ires y venires, el mensaje del gobierno a la población es claro: “jódanse”.