Gustavo Petro logró imponerse, con más de 11 millones de votos, en la segunda vuelta electoral de las elecciones presidenciales en Colombia. Su victoria confirma el revés del uribismo -que trató de levantar la opción de su rival, Rodolfo Hernández- y el retroceso de la derecha en el continente.
El triunfo de la fórmula Gustavo Petro-Francia Márquez había sido anunciado por las últimas encuestas de opinión, que mostraron que la ventaja inicial del empresario Rodolfo Hernández se había revertido.
Finalmente, Petro logró superar la marca de la mayoría absoluta, con 50,5% de los votos, con un predominio en el sur y en la costa del país, además de la capital, Bogotá.
El nuevo gobierno se suma así a una tendencia continental, de reemplazo de los gobiernos derechistas que habían ostentado una hegemonía hasta 2019, cuando una serie de levantamientos populares desafió ese dominio.
En su discurso de la victoria, Petro reconoció su deuda con el levantamiento popular de 2021, al prometer la liberación de los jóvenes encarcelados por participar de las protestas. Conminó directamente al fiscal general del país a terminar con la prisión política. Éste, sin embargo, respondió inmediatamente por la negativa. Dijo que esa decisión es resorte de los tribunales de justicia y le enrostró a Petro la separación de poderes.
Este hecho es un síntoma de la situación que enfrentará el nuevo mandatario, que asumirá el próximo 7 de agosto.
El gobierno de Iván Duque concluye con un debilitamiento absoluto, reflejado en sucesivas órdenes de arresto domiciliario emitidas por diversos tribunales en su contra, por desacato e irregularidades administrativas. El parlamento que vio, en las elecciones legislativas pasadas, un aumento de los escaños de la coalición de Petro, Pacto Histórico, está fragmentado y representará una oposición al nuevo gobierno.
Las condiciones económicas, de por sí deterioradas tras la pandemia, empeoran diariamente, con la inflación como un azote adicional sobre vastas capas de la población.
Petro, que ha planteado un programa de tintes ecologistas y agrarios, deberá decidir qué intereses favorecer: los de las grandes mayorías populares o de las distintas facciones burguesas.
El presidente electo, en su discurso ante los adherentes, provocó silencio y estupefacción en una multitud, hasta entonces jubilosa, cuando declaró que su objetivo es “desarrollar el capitalismo en Colombia”. Del mismo modo, propuso un “diálogo nacional”, como un gesto dirigido a los sectores derechistas.
La victoria de Petro ha sido calificada de “histórica”, pues rompe la regla de que los gobiernos colombianos son invariablemente detentados por distintas facciones oligárquicas, antes identificadas con los ya fenecidos partidos liberal y conservador.
Sin embargo, ese hecho histórico es sólo una de las consecuencias del gran levantamiento popular de 2021, más que de las dotes electorales de Petro y de coalición.
En el gobierno, el nuevo presidente podrá descubrir la activación y el protagonismo popular no se agota en ungir a un nuevo gobernante, sino que tendrá una rápida manifestación en las calles, si las promesas y las expectativas que se han creado son defraudadas.