¿Son gallinas o son zorros con piel de oveja u ovejas con cara de chancho? Lo que sea, hoy hubo rebelión en la granja. Casi un día se acuartelaron en la Armada para no entregar a los dos imputados por el homicidio del comunero Yordan Llempi Machacán (en noviembre de 2021 cuando regía, como hoy, estado de excepción.
A diferencia de la satírica historia de George Orwell “Rebelión en la granja”, en que unos valientes animales se rebelan y expulsan a sus tiránicos amos humanos, en esta historia, los protagonistas son unas cobardes gallinas.
Se acuartelaron para no entregar al teniente Luis Videla y el cabo Ricardo Seguel San Martín, sospechosos de asesinar al comunero Yordan Llempi. El asesinato se ejecutó el 4 noviembre pasado en el sector de San Miguel, en Cañete, durante el estado de excepción decretado por Boric…, ah, no, perdón, por Piñera.
El contralmirante Jorge Parga era jefe de zona en la provincia de Arauco cuando lo del crimen a mansalva. “Los valientes soldados” hicieron 170 tiros de munición de guerra en una emboscada presentada, una vez más, como enfrentamiento. Así lo comprobaron las pericias de la PDI.
Parga fue recientemente removido como jefe de defensa del estado excepción en las provincias de Arauco y Biobío, debido a la presión pública y las denuncias de impunidad que hiciera la familia del asesinado joven poblador Manuel Rebolledo; Parga había defendido, infringiendo sus deberes militares al subordinado suyo responsable del homicidio. Pero aún sigue siendo el comandante en jefe de la Segunda Zona Naval con sede Talcahuano. ¡Picao, picao!
Recién a las 16 hrs. de este martes, la PDI pudo entrar a esa base naval para dar cumplimiento a la orden dictada por el Juzgado de Garantía de Cañete, quien acogió la solicitud del fiscal a cargo de la investigación, Nelson Vigueras, de detenerlos.
La fiscalía cuenta con “datos contundentes” sobre la voluntad criminal de los imputados. Por un lado, están las imágenes de las cámaras GoPro que portaban los asesinos al momento de los hechos, además de un audio en el que se escucha al cabo Seguel señalar orgulloso, “que se había echado a un mapuche”. En tanto, el teniente Videla fue el que dio la orden de disparar.
Los integrantes de la infantería de marina -preparada, dicen, para salir punta y codo en difíciles misiones anfibias- son conocidos como “los cosacos”, en alusión a la famosa guardia pretoriana zarista.
Así les llamaran sus amigos de la escuela inútil a la que van para prepararse a dar tres pasos a orilla de una playa, acompañados de patito amarillo de hule y sombrilla, porque de pretorianos no tienen ni las rodilleras.
De hecho, un capitán que participó de la agresión armada a pobladores y automovilistas en la carretera a Cañete acusó al fiscal de ejercer “presiones y amenazas” en contra de los involucrados. En una denuncia por “vejaciones” ante la justicia, el oficial sostiene que el persecutor había “alzado la voz” y le habría dicho a uno de los interrogados que “que hablara, que no ocultara información”.
Todos unos gallinas, estos “cositos”.