Que manera de tener gusto a nada este sábado oficial. Marcharon hoy, los soldaditos de blanco y azul, ese engendro arribista y ocioso. La familia los acompañó con gritos y un mequetrefe se las dio de sedicioso.
Parejitos marcharon. Y era que no, si se pasan el año aprendiendo a mover las piernas, una arriba mientras la otra baja, (“¡No, huevón, así no! ¡Primero, una arriba, y la otra queda abajo! ¡Si no es saltar la huevá!”) al son del tambor. El resto del tiempo se lo pasan gastando los recursos públicos en cenas de camaradería, como esa en que el ex comandante en jefe de la Armada, Miguel Ángel Vergara, desvarió con el enemigo interno y llamados al “abordaje, muchachos”. Eso es lo más ingenioso que les escucharemos decir.
“Los tiempos que vivimos, donde pareciera que todos nuestros valores y principios están siendo trastocados, claman por hombres y mujeres consecuentes con sus convicciones… La patria no sólo puede estar amenazada por fuerzas externas, sino también, y quizás más graves, desde su interior y de manera solapada”.
Como buen sábado sin mucho brillo, el temita del marino senil vino a dar de qué hablar. Se escandalizaron los progresistas. Estos cuatro pelagatos haciendo sedición. Y claro, para arreglarla, la familia militar se lució mientras marchaban sus hijos todos ordenaditos a medio día y le gritaron las de quico y caco al presidente Boric y a su ministra de Defensa, Maya Fernández.
Muy amablemente se acercó el marino, que llevaba el tono del paso marcial, a solicitarles tuvieran a bien bajar el tono del griterío; que finalmente ese era un acto con autoridades y no correspondía esta falta de modales durante un desfile oficial.
Menos suerte y consideración tuvo el plantón de los familiares de detenidos desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado que, como cada año, fueron a señalar que nadie, ni nada, está olvidado. A ellos, les tiraron a los pacos en moto. Rato antes, flaites tirados a cuicos (sí, de la familia naval, muy del prototipo aspiracional, salmón tipo jurel) las habían emprendido contra las mujeres que sostenían el lienzo con la funa.
De las autoridades no se escuchó ni pío. Sólo una disculpa exprés del comandante en Jefe de la Armada, el almirante Juan Andrés de la Maza, quien señaló que las declaraciones del tatita Vergara habían sido dichas en interno y a modo personal.
“La Armada hace presente que trabaja en pos de todos nuestros compatriotas y reitera que no comparte los dichos de la existencia de un enemigo interno”. Mmmm…
Bueno ya. Por suerte ya queda poco de este sábado con gusto a sopa de hospital, y que mañana será otro día.