El gobierno, no contento con la continuidad de la prisión política en Chile, además quiere impedir que sea nombrada. Al parecer cree que, si no se usa el término, su responsabilidad en la mantención de esa táctica represiva en contra del pueblo se esfumará.
“El lenguaje crea realidad”. ¿Quién no ha escuchado o, incluso, dicho, esa frase? Pero, lo lamentamos mucho, eso es una equivocación.
El lenguaje lo que crea son… ideas.
Lo interesante de las ideas es que ejercen una poderosa fuerza sobre la realidad. Más aún, se podría decir son parte de la realidad.
Pero el gobierno no ve las cosas de este modo. Son las palabras las que copan su atención. Y hay dos palabras que no se pueden decir juntas, para que no creen realidad o, mejor dicho, para ocultarla.
Y esas son: “presos” y “políticos”.
La ministra de Desarrollo Social, Jeanette Vega, del PPD -y una representante genuina de la ex Concertación en el gabinete nombrado por Boric- no siguió la “minuta” de La Moneda. En una entrevista en el programa Tolerancia Cero, se le preguntó, sin más, si en Chile había presos políticos.
Vega, por alguna razón, consideró que no podía ocultar la… realidad y respondió que “existen los presos políticos, sin duda”.
Ante la excitación de los panelistas, que exclamaron “¿¡quiénes!?” y “¿¡actualmente!?”, la ministra elaboró: “puedo poner ejemplos. Los chicos que están en estos momentos presos, en el estallido, en prisión preventiva, incluso, dos años, si no son presos políticos ¿qué son?”
Y sentenció: “la realidad es la realidad”.
No tan rápido, ministra. La realidad no es la realidad. Es lo que nuestro lenguaje crea.
Apenas Vega abandonó los estudios de CNN Chile, ubicados en la antigua fábrica Yarur, a pocos metros de los recintos en que permanecen cautivos muchos de esos presos políticos, le llovieron las llamadas y los mensajes de whatsapp.
Debía desdecirse. Inmediatamente. Algo bastante difícil, considerando que sus declaraciones habían sido llanas y claras, “sin duda” alguna. La fórmula, manifiestamente, se redactó en La Moneda. “Hay personas presas por delitos cometidos en contexto político, pero eso no es lo mismo que haya personas presas por sus ideas. En ese sentido no cabe hoy hablar de presos políticos. Debí diferenciar y evitar mal entendido”, twitteó, a deshoras, la ministra Vega.
En la mañana, la vocera de gobierno, Camila Vallejo, creó más realidad en el mismo sentido: en Chile no hay presos políticos o, en un juego de palabras o conceptos, “en Chile no hay presos de conciencia.”
No hace falta recurrir a los manuales jurídicos para detectar el truco, ese que “crea realidad”.
El término “preso de conciencia”, que fue acuñado por la organización Amnistía Internacional en los años ’60, se refiere a cierto tipo de presos políticos. En lo principal, a personas perseguidas por, meramente, haber voceado individualmente una opinión política o haber participado de un culto religioso considerado indeseable por el Estado o haber publicado un escrito crítico en contra de un gobierno autoritario.
La palabra clave aquí es meramente.
Porque esa categoría no cubre a personas que son perseguidas por organizarse para luchar en contra de un régimen que usa, por ejemplo, la prisión política como medio de represión. Tampoco son prisioneros de conciencia, pobladores o trabajadores que luchan por sus demandas y son encarcelados. No lo son, tampoco, los que son parte de un vasto levantamiento en contra de un régimen corrupto e injusto y que son usados como rehenes por ese mismo régimen para frenar las movilizaciones populares. No son presos de conciencia personas que son apresadas, casi, al azar, para causar temor en el resto de la población. Tampoco son presos de conciencia los que se defienden en contra de la represión ilegal.
A todos ellos, y a muchos más, se les llama presos políticos.
Camila Vallejo -o sea, la misma persona, entendemos, que ahora está en el gobierno- hace menos de un año -es mucho tiempo, es verdad- el 18 de octubre de 2021 declaró que “no descansaremos hasta que haya justicia, hasta que liberen a las y los presos políticos y hasta que la dignidad realmente se haga costumbre.”
Usted, señora, use las palabras que quiera.
Pero la realidad es la realidad.
Y en esa realidad, los chilenos y chilenas con decoro no sólo no descansaran hasta liberar a los presos políticos. Tampoco descansarán hasta hacer efectivas las responsabilidades de quienes recurren a la prisión política como método de represión, en fin, “hasta que haya justicia”.
Sería alta hora de que este gobierno vaya revisando en el diccionario lo que significan todas esas palabras.
Para que la realidad no les sorprenda.