No se fue en helicóptero, pero al Primer Ministro lo tuvieron que sacar los milicos, flanqueado, porque de lo contrario, la “turba enfurecida” lo habría convertido en carne molida. Así está la situación en Sri Lanka. La gente salió a las calles a decir basta a la explotación y la hambruna. Porque el pueblo se hambrea hasta que se cabrea.
Y se cabrearon. Sri Lanka pasa por una crisis económica sin precedentes. Escasez de alimentos, medicamentos, combustible, la inflación y una recesión. Aquí en Chile, está anunciada y el régimen que también tiene los días contados, se arriesga con 6 lucas en bonos. Allá ellos, sabemos dónde viven porque todos viven en la cota mil.
Es tal la fuerza con la que se ha levantado el pequeño país insular asiático de 22 millones de habitantes, que ni el toque de queda ni los militares en las calles, ni la renuncia de todos los ministros del régimen ha impedido que la muchedumbre avanzara hasta las puertas mismas de la casa del primer ministro Mahinda Rajapaksa quien tuvo que ser evacuado, flanqueado por los militares, y llevado a un lugar secreto.
La represión cuenta hasta ahora con 200 heridos y nueve muertos y ha sacado a miles de militares a las calles. Pero el levantamiento popular no retrocede. Ya son tres semanas de movilizaciones. Partieron pacíficamente, pero los métodos represivos del régimen contra la población desarmada no hicieron más que incendiar la pradera.
El poder del clan que gobierna desde hace décadas enfrenta por estos días, post pandemia, una de las mayores crisis económicas desde su independencia del imperio británico en 1948.