El gobierno puso “suma urgencia” a la tramitación del proyecto de indulto general o amnistía a los presos políticos. La propuesta, que ya había quedado completamente desdibujada en las negociaciones en el Senado, busca “dar señales” y “sanar las heridas”. El trasfondo de la maniobra, sin embargo, es un juego político de los partidos. Como siempre.
La “suma urgencia” significa que el proyecto de indulto, ahora dormido en el Senado, debería votarse en abril. El ministro secretario general de la presidencia, Giorgio Jackson, hizo el anuncio acompañado de la senadora Fabiola Campillai que ha estado presionando por una salida a la situación de los presos políticos del levantamiento popular.
En ese sentido, se trata, sin duda, de otro gesto político, luego del fracaso del retiro de las querellas por Ley de Seguridad del Estado. Pero rápidamente quedó claro que de gestos no se puede vivir.
Así, al menos, le notificaron los senadores oficialistas al gobierno. El PS emitió una declaración en que se quejan de que “así no se hacen las cosas, no basta con ponerle urgencia a un proyecto, más aún si esa decisión no es conversada con las distintas bancadas”. Fidel Espinoza, senador debutante, consideró la medida es un “acto mañoso de Jackson, sabe que no tiene los votos, y trata dejar mal al Senado ante el proceso constituyente”.
La expresión “sabe que no tiene los votos” se refiere, en este caso, a que los supuestos adherentes del gobierno en el Senado pretenden aumentar el precio para apoyar el proyecto. Pero, aún así, requeriría de votos de la derecha.
Y ésta ya ha señalado qué es lo que cobraría: una amnistía para los represores militares, policiales y civiles.
El conflicto de fondo no tiene solución: el Senado no quiere ser visto como el responsable de rechazar el proyecto, a estas alturas absolutamente limitado y que favorecería a un grupo pequeño de los presos políticos. Pero, al mismo tiempo, no quiere que los presos salgan libres.
El cálculo que habían hecho los partidos y el propio gobierno es que el presidente Boric podría indultar, sin necesidad de una ley, a presos individuales, “políticamente correctos”, que ya estén condenados.
El gobierno, en tanto, quiere sacudirse, con sus “gestos”, algo de la presión que siente. El propio Boric recordará el mensaje enfático, de liberar a los presos, que le enviaron sus propios adherentes durante su primer discurso en La Moneda, cuando asumió el cargo.
En esta pelea, una entre muchas, entre los parlamentarios y un gobierno débil, es el Congreso el que se va a imponer.
El hecho concreto es que nadie quiere hacer nada.
A no ser… que la movilización redoblada por la justa demanda de la libertad de los presos los obligue.