La embajada de Ucrania en nuestro país se ha establecido como un centro de reclutamiento para “voluntarios” con instrucción militar que quieran integrarse a las filas de ejército. El gobierno chileno… bien gracias.
No disimulan. La página de Facebook de la embajada de Ucrania en Chile convoca, sin eufemismos, a “voluntarios” a enrolarse en sus filas. Basta, dicen, enviar un mail a volunkrchile@gmail.com.
Los defensores de occidente nacionales en la red social agarraron papa de inmediato, pero su utilidad puede ser sometida a ciertas dudas.
Entre los comentarios abundan las declaraciones fervorosas de disposición plena de luchar hasta dar la vida, si fuera necesario, por la cristiandad, seguido de la pregunta de… cómo uno postula. ¡Si te acaban de decir, campeón!
Algunos de los entusiastas se las arreglan para magnificar su compromiso civilizatorio y ponerle pelos a la sopa, al mismo tiempo. Por ejemplo, comentan que los ucros sólo aceptarían “paracaidistas/boinas negras”, lo que ya reduce bastante el universo de fachos hiperventilados, pacos frustrados por su retiro temprano (“le juro, mi mayor, esa droga no sé cómo terminó en mi casillero”) y burgueses fanáticos del deporte aventura.
Otros agregan que, para más remate, pedirían “experiencia de combate”. Claro, eso es ya más complicado: “definamos ‘combate’”, deben haber escrito varios al mail.
El problema, como siempre, es la plata. Porque los ucranianos, en verdad, sólo piden que los “voluntarios” se dirijan por sus propios medios a Polonia y, de ahí, los cruzan por la frontera, al parecer, para cumplir tareas de apoyo en el oeste del país, lejos de la acción. Aunque eso podría cambiar. Y cuánto y cómo pagarían, queda en una especie de nebulosa.
“No todos tenemos 600 mil pesos para el pasaje”, se quejó uno, después de revisar despegarpuntocom.
La convocatoria a los voluntarios ha tenido más resonancia en Brasil, donde la cantidad total de ex-funcionarios de los múltiples cuerpos militares y policiales es mucho mayor, pero, sobre todo, en Europa. Varios gobiernos se han preocupado de resaltar que no habría problemas legales y que no pondrían obstáculos al enrolamiento de sus nacionales en una guerra externa.
El llamado del gobierno ucraniano a sumarse a la “Legión Internacional”, adscrita a sus fuerzas territoriales de defensa, sin embargo, debe ser visto como una maniobra distractora. Ucrania ya es, desde el inicio de la guerra, hace ocho años, un destino preferido de mercenarios de toda laya. De hecho, cuenta con un batallón de chechenos que se han sumado a sus fuerzas.
Pero, especialmente, entre grupos neonazis de Estados Unidos, Francia, Alemania y de Europa Oriental, el conflicto ucraniano ha sido un poderoso imán para adquirir entrenamiento y experiencia, al alero de grupos paramilitares nazis y la guardia nacional ucraniana.
Lo que encubre el llamado abierto de Kiev es la intensificación del reclutamiento de efectivos pertenecientes a la franja de la ultraderecha, que esperan, ante el esperable desenlace de la campaña actual, hacerse, no sólo de conocimientos, sino también de armas que podrán usar en sus países de origen. Como es obvio, el contacto para ello, no se hace vía mail, sino a través de redes y organizaciones bien establecidas.
La embajada también pide donaciones en dinero para su ejército, para lo cual informa, por supuesto, de los códigos del SWIFT para realizar las transferencias.
El gobierno chileno no ha emitido pronunciamiento alguno sobre la materia. Tampoco el ministerio público se ha interesado en la legalidad de este asunto o la fiscalía militar.
Durante la guerra de Irak, la justicia castrense condenó al dueño de una empresa de mercenarios, un oficial en retiro del ejército, por infringir… ¡la ley de vigilantes privados! a la pena de 61 días de cárcel, remitidos.
Pero ese fue sólo uno de los gestores “servicios militares”, bien instalados dentro de las Fuerzas Armadas y su entorno corrupto, que reclutaba a funcionarios y ex-funcionarios de las FF.AA. y de Carabineros para servir de apoyo en la ocupación estadounidense de Irak y en otros conflictos.
El hecho de que un Estado extranjero realice esta actividad en suelo nacional, sin embargo, requiere de una respuesta inmediata del gobierno chileno, del actual o del que, pronto, asumirá.
Se trata de un asunto de la máxima gravedad en que está comprometido el interés y la seguridad nacionales.
Veremos qué dice al respecto el admirador de Zelensky que ocupará La Moneda o la operadora de la OEA que se establecerá en cancillería.