Ricardo Martínez, comandante en Jefe del Ejército se fue sin dignidad, como un llorón y se fue solo. Se fue quejándose de la Justicia Militar que lo tiene en calidad de delincuente. Ahora. Se quedaron bien callados cuando el aparato hecho a su medida les aseguró impunidad por las violaciones a los derechos humanos en Chile: tortura, desaparición, prisión política y represión al pueblo durante 45 años.
Así se fue, como un ladrón, el comandante en Jefe del Ejército, Ricardo Martínez, luego de ser llamado a declarar como inculpado en el caso de fraude al fisco, Milicogate.
En seis días más Ricardo Martínez Menanteau iba a entregarle el mando del traspaso a Javier Iturriaga pero fue llamado por la ministra en visita de la Corte Marcial, Romy Rutherford, a declarar -este jueves 3 de marzo – en calidad de inculpado en una de las aristas del caso del robo del siglo, o uno de ellos, el Milicogate.
El comentario obligado en los medios fue “no hay alto mando que no esté procesado por alguna causa, o por violaciones a los derechos humanos o por fraude al fisco”.
Martínez renunció. Habría sido impresentable entregarle el bastón a Iturriaga, acompañar la salida de Piñera y la llegada de Boric en calidad de ladrón. Anunció su renuncia en su cuenta pública.
“He servido en esta noble institución por 46 años y muy lejos en mí está, con el resto a los miles de hombres y mujeres que sirven a Chile desde sus filas, causarles inconvenientes o que se vean de algún modo afectados por una situación que afecta a su Comandante en Jefe. Es por lo anterior y pese a que debería contar con la presunción de inocencia como goza todo ciudadano pero que en la práctica aplica para algunos y no para todos, comunico que he resuelto presentar al Presidente de la República mi renuncia al cargo de Comandante en Jefe del Ejército, asunto que le fue informado a su excelencia en la tarde del día de ayer”.
Si, si, si. Entre el Milicogate y el Pacogate nos robaron a todos los chilenos $50 mil millones los altos mandos, sus señoras, los vecinos, los amigos y quién sabe quién más.
¿A quién le lloró Martínez? ¿A la tropa? Porque la verdad es que allí no había nadie, digamos, nadie para tocarle el hombro y decirle “viejo, tranqui ya sabí, un par de llamaditas, un puestito en Punta Arenas”…Martínez estuvo más solo que un dedo.
No se presentó ni Piñera ni su Ministro de Defensa, Baldo Prokurica, ni los subsecretarios de la cartera. Tampoco estuvieron sus compañeros de armas, los comandantes en jefe de la Armada y de la Fach. Mandaron subrogantes.
Quien no mandó subrogantes sino a su próximo Subsecretario de Defensa fue Gabriel Boric,. Entre los asistentes, como un niño triste en fiesta ajena posaba discreto el PPD, Fernando Ayala.
Así fue entonces el auge y la caída de otro ladrón.