El mundo reaccionó con pavor ante la aplastante operación militar ejecutada por Rusia contra Ucrania, pues se realizaba en pleno territorio europeo y no en el tercer mundo, campo propio de las guerras de las potencias del mundo occidental.
El gobierno ruso fundamentó su “operación especial militar” sobre Ucrania con la ayuda solicitada por las repúblicas populares de Donbas, con el fin de “proteger a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años” e invocó el derecho a la autodefensa de las naciones, contenido en la Carta de las Naciones Unidas.
Los inicios de la operación fueron antecedidos por el despliegue de guerra electrónica que provocó la caída de las comunicaciones enemigas, la pérdida de la señal que guía a las aeronaves no tripuladas o drones, y el peligro de interferencia de los equipos de los aviones de guerra ucranianos.
Fue la primera fase, de la que no se ha hablado mucho, y que aumentó, debido a la aplicación de capacidades hasta ahora no conocidas, el factor de sorpresa.
A ello, le siguió un bombardeo estratégico.
En los primeros momentos se usaron misiles Kalibr, que llevan cerca de 500 kilos de explosivo, y que pueden ser lanzados desde barcos, submarinos, aviones y lanzaderas móviles. Cerca de 83 objetivos militares fueron alcanzados y neutralizados, incluidos 11 aeródromos, aeropuertos, bases militares, 18 estaciones de radar de la defensa anti-misiles, tres puestos de mando, y columnas de material militar, que estaban dispersos por todo el territorio ucraniano.
La aviación rusa contó con más de 70 aviones para bombardear la amplitud el territorio ucraniano.
Una vez que se echó abajo la infraestructura estratégica de Ucrania, quedó el campo abierto para el avance sobre el terreno. Comenzaron a moverse unidades blindadas desde Bielorrusia hacia Kiev, hacia la ciudad de Kharkov, desde Crimea hacia Kherson. Desde las repúblicas populares del Donbas avanzaron contra las unidades del ejército ucraniano en las líneas de separación.
Para la defensa del desplazamiento de las unidades terrestres, los rusos contaron con el sistema de misiles Tor, que los protegió de amenazas de aparatos aéreos y misiles enemigos. Junto con ello, unidades aerotransportadas tácticas se movilizaban en helicópteros detrás de las líneas enemigas con el fin de neutralizar amenazas, como el caso del aeródromo situado a 10 kilómetros de Kiev, la capital de Ucrania.
La rapidez de los movimientos y la sorpresa, bajaron la moral combativa del ejército ucraniano que se vio acorralado por todos lados y que, ante el peligro de ser destruido, vio cómo sus efectivos comenzaron a desertar y huir para salvar sus vidas. De esa manera, en muchos lugares la defensa ante el avance de las unidades rusas fue nula.
Hasta cerca de 400 soldados ucranianos cruzaron la frontera rusa a través de cruces especiales para abandonar la lucha. Otros se rindieron, simplemente, y un piloto de un avión Su-27 se desvió a Rumania, huyendo del conflicto.
Al final del día, el ejército ruso hizo un resumen de la operación: “todas las tareas planteadas a las tropas de las Fuerzas Armadas de Rusia en el marco del primer día se han cumplido con éxito”.
La acción militar rusa reunió operacionalmente a fuerzas de diferentes ramas, que actuaron de manera sincronizada en los diferentes teatros de guerra, por aire, mar y tierra.
La manera fulminante en que se actuó y la precisión de los golpes, indican una elaborada reunión de antecedentes de inteligencia, que sirvieron para neutralizar la infraestructura estratégica de Ucrania, dejándola inhabilitada de poder responder militar y políticamente.
La sorpresa también fue parte activa del desarrollo de esta operación, pues, incluso si se invadía, muchos dentro de Ucrania y en el exterior creían que sólo se iban a desarrollar maniobras militares en el Donbass. Fueron sorprendidos frente al bombardeo generalizado en todo el país que desactivó su capacidad militar.
Otro aditamento es la extraordinaria resolución con la que se llevó a cabo esta operación, en contra de todas las previsiones occidentales y las amenazas.
Muchas de las enseñanzas tácticas, operacionales y estratégicas usadas en la operación en contra de Ucrania, fueron hechas en la guerra con Georgia en el 2008.
Allí también estaba en disputa un territorio separatista amenazado con la aniquilación y que fue salvado por Rusia. De igual manera, se hizo un ataque aéreo a la infraestructura militar y le siguió una operación terrestre que culminó dentro de Georgia.
Otro elemento a tener en cuenta por parte de Rusia, fueron los alzamientos populares que llevaron a la creación de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, donde en un primer momento para inmovilizar al enemigo los milicianos tomaron las instituciones políticas y luego siguieron con la ocupación de las instalaciones militares y policiales.
En estos conflictos, tanto en Georgia como en Ucrania, ambos países tenían la intención de ser parte de la OTAN. Su problema era que, para ingresar, no pueden tener problemas territoriales pendientes de solución.
Esa exigencia es uno de los incentivos para intentar someter a los territorios rebeldes.
Y en ambos casos, el intento de usar la vía de la guerra para resolver rápidamente el conflicto los llevó a una derrota aplastante en el terreno militar.