Una persona murió de inanición, pues la persona que lo alimentaba sufrió un ataque cardiaco. Los cuerpos de ambas personas fueron encontrados 20 días después.
En la comuna de Chiguayante murió un joven de inanición. Tenía 26 años de edad, estaba postrado y dependía de la ayuda de su padre, que lo asistía. El progenitor sufrió un infarto y falleció en el lugar, quedando el joven sin poder ser ayudado, lo que significó que su muerte se debió a no recibir agua ni alimentos. Recién después de 20 días fueron encontrados muertos, ante las denuncias de los vecinos que no veían a los moradores de la vivienda.
Un hecho como este que parece circunstancial y accidental para muchos, no lo es. Es parte del desolador funcionamiento del régimen, que se basa en el egoísmo y en el dinero que se tenga. Casos como el que hemos señalado no son atípicos, es cosa de ver las noticias de las últimas décadas: de los muertos en invierno por el frío, de los fallecidos por la gripe, los casos de suicidios de jubilados, de la muerte solitaria de los ancianos, etc. Siempre en estos casos están presentes las deficientes pensiones y la falta de recursos para vivir una vida más digna.
En una sociedad donde todo se normaliza, la muerte por “accidentes” también. Lamentablemente, para todos los que defienden esta postura, lo accidental es llamado así porque puede ser evitado, es decir podría no haber ocurrido si se tomaran los resguardos respectivos, como por ejemplo, que las personas que estén postradas fueran remitidas a centros que puedan brindarle condiciones para que vivan dignamente y si quiere estar en su casa cuente con una persona que lo asista permanentemente. Todo esto es un sueño para las personas normales, pues cualquiera de las opciones expresadas no podría ser pagada, por esa razón quedan susceptibles o a merced de los accidentes que suceden ineludiblemente en sus vida.