Brasil ha sido uno de los países más golpeados por el Covid. Su gobierno es uno de los que ha destacado por el negacionismo hacia la pandemia y la falta de raciocinio de los que dirigen el país.
La catástrofe se ensañó con Brasil, pues desde que se inició la pandemia del coronavirus hasta el presente, han muerto más de 618 mil personas. Algunos dicen que, porque es uno de los países más grandes de América, las muertes son proporcional al tamaño de su población. Eso no es así, también en términos relativos las consecuencias fatales de la pandemia corresponden a las peores del mundo. El problema se ahondó por la falta de criterio y de inteligencia que mostró su presidente, Jair Bolsonaro, que señaló en un primer momento que todo era un montaje, que era sólo un “resfriado”, que se podía curar con medicamentos que él prescribía, lo que hizo tardar la puesta en marcha de medidas para evitar el contagio y la negligencia en compra de las vacunas para contener la pandemia.
Lo que mostró el gobierno de Bolsonaro, no fue sólo una actitud individual, sino que al adquirir las vacunas miembros del Estado trataron de ganar dinero, extorsionando a las empresas y sacando una parte del dinero para su beneficio.
Todo esto parece que no puede sobrepasarse -o caer más bajo- pero lo hacen, igual. En los últimos días se han conocido los gastos que ha realizado el ministerio de Defensa de Brasil. En los peores momentos de la pandemia, durante el año 2020, mientras gran parte de los empleados realizaba sus labores en modo de teletrabajo o virtual, el gasto en dicho ministerio se elevó en el ítem alimentación. Y no era cualquier alimento, pues la lista de lo adquirido mostraba afición al filete mignon, salmón, bacalao, camarones y a las bebidas alcohólicas.
Con anterioridad, ya habían sido cuestionadas las Fuerzas Armadas, durante el mismo año, por los gastos excesivos en alimentos exclusivos para la oficialidad, que incluyeron 438 toneladas de salmón, 1.200 toneladas de filete mignon, 700 toneladas de lomo, 80 mil litros de cerveza, 1.111 botellas de coñac, 40 botellas de whisky de más de 12 años. Eso dista del arroz y los porotos que son la dieta básica de los soldados rasos.
El caso de Brasil muestra la manera en que gobiernos que se plantean como defensores de la patria, nacionalistas, no tienen ningún reparo en usufructuar de los recursos del Estado para beneficiarse individualmente, en desmedro de la población. No es sólo la bajeza intelectual la que prima, si no que se suma la bajeza moral, pues desvían recursos para salvar vidas, usándolos para vivir una vida de lujos a costa de los trabajadores.