Lo de Chubut no es aislado. Representa el avance de la organización de clase, de la inevitabilidad de la lucha que viene. Chubut, la provincia del sur de Argentina que vive del gas y el petróleo está sumida en una crisis política. Al pueblo le toca el ajuste y la represión. Pero los pueblos no están dispuestos a pagarlo sin dar la pelea. Está en juego su supervivencia.
Y la pelea ayer, como en 2018, fue feroz. Este año la provincia vivió una crisis medioambiental con mega incendios en la provincia. El gobierno tenía desfinanciados a los bomberos. Media provincia se quemó. Pero ayer lo que se quemó fue la Casa de Gobierno.
Pero no se quemó sola, la quemaron los pobladores. El proyecto de minería al que todos se oponen porque no es más que saqueo, trabajará con cianuro para extraer la plata “del dorado”. El cianuro llegará a los ríos. Se enfermarán los niños en las escuelas y…
Fue feroz la embestida de los pobladores contra la Casa de Gobierno, los Tribunales y la sede del Consejo Deliberante, en Rawson, la capital de la provincia. También fue feroz la represión. Pero esta no es de ahora porque Chubut enfrenta una crisis política y de corrupción desde hace ya años.
“Chubut viene siendo una olla a presión por un gobierno que no puede garantizar lo mínimo e indispensable: seguridad, salud y educación”, dicen los políticos mientras toman palco.
Con un gobernador, Mariano Arcioni, que ha debido cambiar gabinete como quien se cambia de calcetines porque no hay quien no robe a su alrededor en medio de la crisis económica que paga el pueblo con recortes a la salud, la educación y la precarización del trabajo y que se sube el sueldo 325%, cuando dice “no hay plata para los bomberos”, y se va de viaje dejando la provincia en llamas.
Chubut es la crisis del Estado y del capital. Chubut está pagando la deuda que dejó el ex gobernador Das Neves, con Macri ante el FMI en 2016: 650 millones de dólares que quieren hacer pagar al pueblo.
Pero el pueblo avanza como el fuego. Ayer y antes de ayer, lo vimos y mañana. No hay marcha atrás, en cada rincón del planeta, ha llegado la hora de los trabajadores.