Una como nosotras

Dora Milena Grisales Jiménez ha fallecido ayer, 25 de noviembre. Como su pueblo, Dora nunca dejó de luchar. Por la vivienda, por las mujeres, por el futuro, por su propia vida. Hoy el «Movimiento Vivienda Digna de Antofagasta» del cual fuera dirigenta, llora su pérdida. La pérdida de una compañera. Nosotros la honramos con estas palabras.

A Dora la conocimos al pie de un cerro de Antofagasta. Era de noche. Y ella estaba allí junto a otros hombres y mujeres que habían decidido resolver su demanda de vivienda pasando a la acción. Hartos de esperar una solución de un régimen inoperante y corrupto. La recordamos pequeña, pero resuelta, dispuesta a defender con su propio cuerpo el terreno que se habían tomado. A Dora la conocimos luchando.

Dora conquistó junto a su pueblo ese pedazo de tierra para levantar lo que hoy es una población. Ella decía que había que evitar el término «toma» o «campamento». Que de esa manera los pobladores reivindicaban para el imaginario la conquista de un derecho. El derecho a la vivienda digna.

Dora levantó su casa a pulso junto a su compañero Héctor y, con sus vecinos, a pulso levantaron la población. El trazado de sus calles, la luz, el agua potable, el terreno para la sede social. Cada conquista es una batalla ganada. Cada batalla requiere de organización y unidad.

Dora Milena, mujer, migrante, trabajadora. Dora Grisales, dirigenta, de esas que surgen al calor de las batallas de su pueblo. De esas que crecen conjuntamente con las dificultades. De esas que no se achicopalan frente a los poderosos. Dora, honesta, valiente, dulce.

El «Movimiento Vivienda Digna» de Antofagasta, del cual era dirigenta, y cada uno de los hombres y mujeres que le conocimos, hoy nos sentimos huérfanos, de su sonrisa, de su sentido de humanidad, de su generosidad, de su esperanza que no daba tregua.

Dora era una mujer de fe. Fe en su dios, fe en los suyos, fe en el futuro. Uno de igualdad y fraternidad. Uno latinoamericano. Uno donde todos seremos felices. Trabajando, construyendo, amando. Prometemos solemnemente, Dora, compañera, que continuaremos tu senda. Nada detendrá a tu pueblo, nada detendrá a los tuyos. Nada nos detendrá.

¡Compañera Dora Grisales, presente! ¡Hasta la victoria, siempre!