El mundo de los políticos tradicionales es limitado y muy pequeño, alguien podría decir, como sus mentes. Su necedad crece según pasan los días. Parece una competencia de quién es más estúpido, aunque ellos estén convencidos que se compite por quién es más “inteligente”. Se vanaglorian porque uno dijo algo y el otro le retrucó otra cosa. Retórica vacía. En verdad, nada de esto nos interesa, hasta que salen con algo destinado a nosotros, el pueblo, comúnmente con el fin de denigrarnos.
Podemos darnos una pasada por los candidatos a la presidencia para saber cómo piensa esta gente. ¿Cómo respetar a alguien que se encarama en un árbol y que nunca tuvo una relación con el pueblo, solo mirando el esfuerzo desde la lejanía? Otra dice que harán oposición desde la derecha, engañando siempre que era más popular, porque así la veían desde su partido, pero en la realidad solo es democratacristiana. Un derechista, que fue democratacristiano que es lo mismo, pero no es igual, dicen, pero que intentaba hacer crecer un sector que se está destruyendo por su avaricia e inhumanidad. Un nazi, estulto como el que más, con el sueño de los nazis de hacer un país ario, es decir sin chilenos, paradójico por decir lo menos. Y así podríamos seguir con la fronda.
La política es un reality, donde los que participan creen que están cambiando y convenciendo a las mayorías, y simplemente están metidos en su mundo donde leen el Mercurio, ven canales de televisión específicos, algunos escuchan radio y hacen tendencias con la compra de bots, además de creer en encuestas que ellos mismos mandan a hacer. Desde fuera las personas observan, sabiendo que todo es irreal, lo que hacen no los afectan, a veces nos desconciertan con su poca capacidad intelectual, su nimia cercanía con lo que sucede, su nulo conocimiento de la vida normal y, sobre todo, su creencia que el pequeño mundo en que viven es la realidad.
Estos políticos y sus partidos, cada día son más irrelevantes, son más nocivos para el país, pero ellos no cejan en seguir creyendo que pueden recuperarse de la destrucción total. Esto no viene de hoy, sino que comenzó en el 2000 y se ha ido incrementado con el tiempo. Las últimas votaciones, solo han mostrado en lo que se han convertido, en náufragos que esperan que alguien los salve, mientras ilusos piensan que las personas los necesitan. Estas votaciones que vienen serán lapidarias, es el último estertor de los partidos políticos.
Quizás algunos no comprendan por qué un político muestra una bandera cubana en un debate presidencial, que estén más atentos de lo qué sucede en Nicaragua que en el país y que se alegren de las votaciones del congreso en Argentina. En cambio, no hablan de que el pan casi vale el doble que hace algunos meses atrás, que el gas todas las semanas sube, que con cada viaje a la feria se compran menos cosas, de que necesitamos el cuarto retiro del 10%, de que más personas no pagan la micro, de que la cosa no está tan bien como lo dicen los discursos.
El mundo de los políticos debe desaparecer porque es un mundo que sólo existe para unos cuántos miles de personas con muchos privilegios que nos quieren dirigir y aprovecharse del poder para hacerse más ricos. Nuestro mundo, el real, debe imponerse porque representa al país, a las necesidades y al esfuerzo, al trabajo, a una moralidad que ellos no tienen e involucra a seres humanos que velan por los demás.