Según el escritor Jorge Baradit, el país marcha bien, los que se manifiestan en Plaza Dignidad son “un asunto de orden público”, y en la convención constitucional se está arreglando todo. Pero parece que en Punta Arenas no se han enterado, pues han comenzado a hacer cortes de ruta en contra del alza de los combustibles.
Punta Arenas es un pedazo de tierra, una península rodeada por mar, y sufre inexorablemente del castigo del frío. Sus habitantes lo toleran casi todo, pero lucha y dignidad les sobran. Eso los llevó cerca de 1984 a desafiar a Pinochet y, por primera vez, el dictador tuvo que sufrir una protesta popular en un desfile en su honor. Como castigo, ese año, la llamada Asociación Chilena Anticomunista haría explotar una bomba en la iglesia Fátima de la población 18, uno de los bastiones de la clase trabajadora de la ciudad. Quedaría en evidencia que los autores habían sido militares, pues en el atentado murió el teniente Patricio Contreras y el suboficial Milton Muñoz quedó herido, ambos de pertenecían a la DINE.
Generalmente, esta ciudad ha anticipado movilizaciones en el país, debido a la sensibilidad social respecto a sucesos que acaecen en la sociedad. Las luchas obreras, con la FOM y sus posteriores persecuciones, el apoyo irrestricto del pueblo magallánico al presidente Salvador Allende, las luchas populares en contra de la dictadura, hablan del carácter perseverante de la clase trabajadora local.
Una de las últimas muestras de su valor, se vio en 2011. Las movilizaciones comenzaron por el alza del precio del gas natural, elemento fundamental para la subsistencia vital de los pobladores. Estos veían cómo a ellos le subía gas, mientras que a Metanex, una empresa transnacional, le vendían el mismo combustible a un precio menor. El ministro de Energía de entonces diría: “el subsidio en Magallanes es una fiesta que debe terminar”. Frases de similar calibre fueron posteriormente la antesala de octubre del 2019. La ciudadanía hizo movilizaciones masivas, cortes de ruta e incluso ordenó horarios de atención de los almacenes y locales, paralizó los vuelos comerciales y restringió el paso de los vehículos militares hacia sus cuarteles. Toda una proeza en ese entonces.
A Punta Arenas, posteriormente le seguiría Aysén y Freirina en el 2012, Puerto Montt en el 2016 y el levantamiento popular del 2019 en Santiago y todo Chile.
Punta Arenas, desde el miércoles 27, ha iniciado una serie de cortes de ruta y movilización de sus habitantes por el alza de los combustibles, sus voceros plantean que no depondrán la movilización hasta que tengan una solución a sus demandas.
Otra vez, pese a que algunos digan que todo está bien, como el “renombrado” Baradit, un convencional amparado por el Partido Socialista, la realidad indica lo contrario. Pese a todas las movilizaciones del 2019 en adelante, políticos y la burguesía siguen actuando como quieren, le restan valor a las demandas populares y se centran en seguir en el poder, como sea. No escuchan que los precios de los alimentos suben, que sigue habiendo presos políticos, que sigue la explotación de los trabajadores, que siguen los milicos, pacos y demás, robando al Estado, que, aunque cambie la constitución, todo seguirá igual.
El llamado desde Chile austral es el mismo de antes, el mismo de siempre, sólo la movilización popular, sólo la lucha puede solucionar los problemas del país.
No hay otro camino.