Habían sido beneficiados con proyecto de “regeneración”. Pero los vecinos del sector de Michaihue 716, en San Pedro de la Paz, región del Biobío están bajo riego de erradicación. Como los buitres caen gestores estatales y privados, buscando su tajada en el negocio, mientras los habitantes del condominio temen por sus departamentos. Ahora, se organizaron y se pusieron firmes: “llave por llave”; si no, dicen, no nos vamos ni… de ningún modo, pues.
A fines del 2018, los vecinos de Michaihue 716 recibieron la noticia de que su barrio había sido seleccionado para un gran proyecto de regeneración. ¡Qué honor! Seis años después, lo que pintaba para ser una mejoría se ha convertido en una auténtica pesadilla.
Como si no bastara con los tacos interminables, las listas de espera en los consultorios, la falta de especialistas médicos, una locomoción digna de otro siglo, los precios por las nubes y las balaceras, los vecinos de Michaihue 716 ahora tienen una nueva preocupación: no saber qué pasará con sus departamentos.
La desinformación y las amenazas constantes de erradicación —sin soluciones habitacionales claras— han sido la norma. Muchos vecinos y vecinas han sido prácticamente obligados a firmar documentos que apenas comprenden, bajo el lema no dicho, pero claro, de “firma o te quedas sin nada”.
Así se vive en el condominio Vista al Mar de Michaihue 716. Durante estos seis años, las consultoras, tasadoras y académicos han desfilado sin cesar, sacando una buena tajada del proceso. Pero nadie, absolutamente nadie, ha sido capaz de decirle a las familias que aún resisten en las torres, hacia dónde serán llevadas, ni cómo será ese proceso.
¡Todo un misterio!
Hace pocos días, la copropiedad D, o como se les conoce, los “bloques amarillos”, fue desmantelada. Alrededor de 150 familias fueron expropiadas. Aún hay gente en algunos departamentos, mientras los desocupados son saqueados y destruidos a plena luz del día. De los que ya se fueron, sabemos que algunos recibieron entre 20 y 25 millones de pesos por sus viviendas.
Eso sí, sólo para quienes tenían más de una propiedad o aquellos que ¡horror! se negaron a firmar. Los que optaron por quedarse con la ilusión de volver al lugar algún día, se fueron con un subsidio de arriendo y la eterna promesa de que, en algún momento del futuro, sus nuevos departamentos aparecerán. Y otros fueron “relocalizados” con un subsidio de compra, complementado por un préstamo del siempre generoso SERVIU.
Pero no todo es tan fácil: varios vecinos firmaron bajo la amenaza de que no encontrarían nada en el mercado con las tasaciones ofrecidas por consultoras que, vaya uno a saber ¿de qué amigo del amigo serán?
Y no sólo eso, ahí está la vecina de la tercera edad, que fue reubicada lejos de su consultorio y sin locomoción. Ni hablar de los que siguen pagando arriendo con el subsidio, esperando quién sabe cuánto para volver a tener un hogar.
Todo un “proyecto de mejora”.
Ante tal escenario, algunas vecinas y vecinos han decidido unirse y organizarse. Primero, para exigir información clara y, segundo, para impulsar una propuesta que llaman “Llave por Llave”.
¿Su plan?
“Entregamos nuestras casas cuando el SERVIU nos dé las nuevas. No estamos pidiendo limosnas, solo lo justo. Si nos sacan de nuestras viviendas, que nos entreguen otras de inmediato, o al menos, que el monto nos permita comprar algo decente. ¿No es lo lógico?”.
Así lo expresan a REVOLUCIÓN con firmeza. Parece que el SERVIU debería ponerse las pilas, porque cuando el río suena, es porque piedras trae. Y por acá, el río ya está retumbando.